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—Te refieres a que

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—Te refieres a que...

—Shaina, si Death Mask se entera de que Helena ha ido a un hospital, ¿tú crees que se quedará quieto? —cuestionó como si le hablase a un niño—, ese hombre desde que la conoció no la pierde de vista ni una sola vez.

Con un asentimiento de cabeza, su mirada y un gesto, Helena dio crédito a esas palabras.

—Y él no se destaca por ser un completo idiota todo el tiempo, sin ofender Helena —la asgardiana con una débil sonrisa hizo un ademán con la cabeza restando importancia—. Él no se quedará quieto y si piensa que el bebé es suyo, no atraeremos más que dilemas.

—¡¿Y qué sugieres entonces?! —explotó Shaina—. No podré salir de Rodorio cada vez que quiera.

—Ni tampoco podrá ocultar su estado durante más tiempo; el bebé crecerá y lo quiera o no, su vientre se agrandará con él —razonó Helena, muy pensativa—. ¿Y será acaso que no podemos usar la ayuda de una tercera persona?

—¿Quién? —masculló Marin, pensativa también.

—La única persona con la autoridad suficiente como para permitir que Shaina parta a un sitio lejos de Rodorio durante el suficiente tiempo... hasta que el bebé nazca.

Ambas amazonas se miraron a los ojos.

—Es una locura —musitó Shaina negando con la cabeza.

—Shaina está en lo correcto, es una locura pensar que su Ilustrísima de su...

—No hablaba del señor Shion —interrumpió Helena—. Hay alguien más con la suficiente autoridad y comprensión para permitirle a la señorita Shaina un... tiempo de descanso.

Captando la idea, Marin exhaló sorprendida.

—¿La señorita Athena?

Con una cara de preocupación, obviamente dirigido hacia Shaina, Helena asintió esperando con el corazón no estarse equivocando.

—Fue ella quien nos permitió a Death Mask, a mis hermanos y a mí quedarnos en la Casa de Cáncer, abogó por mí ante la Dama Hilda hace tiempo para que mi florería y casa fueran vendidas —dijo rememorando una época más tranquila que ella en su momento sintió ajetreada—. Creo que si le explicamos bien la situación podríamos conseguirle a la señorita Shaina el espacio y tiempo que necesita. Lo importante ahora es la seguridad del bebé.

La Amazona de Ofiuco meditó la propuesta. Se acarició el estómago justamente donde presentía que se hallaba el individuo que tanto anheló y ahora estaba con ella, causando caos en su vida. Por culpa suya, había que decir.

—Insisto, esto es una locura —suspiró Marin sentándose de vuelta en la cama.

—De hecho... aún quedan muchas cosas para que sea una locura completa.

—¿Más? —preguntó Marin con ironía.

—Sí —respondió mirando el suelo—. No es una mala idea, Helena.

Cuando los ojos verdes se alzaron, Marin y Shaina se sostuvieron las miradas.

—¿Y... quién llamará a Japón? —quiso saber Helena. Cuando ambas mujeres la vieron con esos gestos, la chica supo que había abierto la boca de más—. De acuerdo, lo haré yo. Más vale estar preparadas por si no es posible este favor —susurró sintiendo agobio y no era ella quien tenía cientos de problemas a cuestas.

—Por favor, Helena, trata de convencerla —pidió Marin.

—Lo haré.

Cuando las amazonas se volvieron a ver, Marin no pudo retener el reproche.

—¿Y qué? ¿Se lo dirás ya?

—¿Decirle qué a quién?

Sintiendo el estómago revuelto, Helena se encontró con la mirada de Marin quien al parecer necesitaba de su apoyo para no encestarle una cachetada a Shaina; siendo el golpe menos peligroso que podría darle.

—Él va a enterarse —dijo Helena en apoyo a Marin—. No va a poder ocultárselo para siempre.

—No lo quiero cerca de mí —espetó Shaina sin enloquecer porque Helena ya supiese lo ocurrido entre ella y Milo por boca de Marin—. Y tampoco quiero que se lo digan. Ninguna-de-ustedes —les espetó.

—¿Entonces qué? Será padre —enfatizó Marin en el mismo tono—. No importa si te gusta la idea o no, usaste a Milo de Escorpio para embarazarte. Ya estás embarazada —Marin entrecerró sus ojos con una mirada severa—. ¿Y no se lo dirás?

—No lo quiero jodiéndome.

—No empieces con esas estupideces... —gruñía la poderosa águila amenazando con lanzarse sobre la cobra y tragársela entera de un bocado.

—¡Basta! —exclamó Helena—, nada ganarán con pelear. Señorita Marin, basta ya.

Apretando los puños, Marin le pidió a Helena que la acompañara afuera, apretó un poco la puerta y poniéndose la máscara, le advirtió una última cosa a Shaina con toda la intención de tocarle una fibra sensible; si es que la tenía.

—Por tu bien, espero que sepas qué le vas a decir cuando lo veas otra vez.

Entonces salió y azotó la puerta dejando a Shaina en la oscuridad completa.

Entonces salió y azotó la puerta dejando a Shaina en la oscuridad completa

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𝓔𝓵 𝓓𝓮𝓼𝓮𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓐𝓶𝓪𝔃𝓸𝓷𝓪 | 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora