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Con mucha indignación, dolor y frustración, ella misma se quitó la máscara que, desalineada, le estorbaba para removerse las lágrimas de la cara

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Con mucha indignación, dolor y frustración, ella misma se quitó la máscara que, desalineada, le estorbaba para removerse las lágrimas de la cara. Y luego le explicó a Milo de Escorpio que sabía bien, que sobre sus sentimientos no correspondidos adjuntos a su odio por no poder entenderlo y dejarle ir para ser feliz con quien realmente él quería, estaban matándola... cosa que la molestaba enormemente pues también sabía que su deber como amazona debía ser su prioridad.

Luego de un corto silencio, Shaina lo oyó tan claramente que olvidó durante todo ese tiempo que aún tenía alcohol en su sistema haciendo estragos en su vista.

»Es complicado si hablábamos de sentimientos. Y es por eso que como Santos se nos obliga a olvidarlos o ignorarlos —dijo él sin reírse una sola vez, de hecho su semblante fue bastante estoico. Como si supiese por qué exactamente ella había estado llorando—. Es importante fortalecer el cuerpo, el carácter así como el corazón. Entiendo si es más difícil para ustedes las amazonas, pues no importa si cubren sus rostros... siguen siendo mujeres. Y las mujeres son seres mucho más sensibles en donde los hombres no lo somos.

»Nosotros los hombres estamos malditos: somos sordos, mudos, ciegos y estúpidos durante la mayor parte de nuestras vidas. Pero ustedes... ustedes las mujeres ven y oyen con el mayor don que se le puede otorgar a un ser vivo, y eso es una bendición —la miró sin recato, más tarde fue por la máscara y caminando hacia ella delineó con dedos los bordes de los ojos—. Aunque para ustedes las amazonas, esa bendición suele ser más una broma cruel de los dioses, pues en este trabajo tener un corazón es peligroso, más si posees uno fácil de herir, de quebrar o de confundir. A final del día, un hombre o una mujer con el corazón destruido es sólo un cadáver que respira y camina. Por eso es importante cuidarlo mucho. Protegerlo incluso más que al mismo cuerpo.

Cuando recibió su máscara de vuelta, Shaina por primera vez lo vio sonriendo a su dirección. No irónicamente; no con burla ni superioridad a pesar de que ella estaba en el suelo y él de pie. Vio en el rostro de Milo de Escorpio a un verdadero caballero, el que quiso tener a su lado en estos momentos tan difíciles.

Vio incluso... quizás... a un posible amigo.

»Es posible que los dioses se apiaden de ti, de tus ruegos y de los de Athena. Por ahora, alégrate de sentir correr esas lágrimas por tus mejillas, amazona, pues eso significa que aún tienes un corazón muy sano, algo que hoy en día no es nada normal por estos lares y en este oficio. A tu salud —bebió una vez más de la botella que había estado descansado al lado de Shaina, dispuesto a llevársela con él—. Nos veremos después. No te rindas.

Debido a los efectos del alcohol y la resaca del día siguiente, Shaina había olvidado aquella conversación. Había ignorado que él era un Santo al igual que ella; que Milo había sufrido tanto o más que ella debido a su posición; qué posiblemente él también haya amado como ella en un pasado lejano y haya tenido que ignorar esos sentimientos... precisamente por su posición.

¿Él habría amado a alguien... como ella a Seiya?

Y lo más importante de todo. ¿Acaso sería posible que ambos pudiesen ser buenos padres o sólo estaban tomando todo esto a la ligera embargados por las emociones del momento? Y es que todo había sucedido tan rápido.

¿Cuándo habían tenido ellos alguna charla seria? ¿En qué momento comenzaron a familiarizarse con el otro? ¿Desde qué preciso momento a ambos se les había hecho tan fácil hacerse bromas o hablarse como si una enorme barrera entre la posición de él como Santo Dorado y la suya como Amazona de Plata no los estuviese dividiendo?

Al principio Shaina creyó que si le decía que ella no tendría problemas en embarazarse y dejarlo a él ser libre de toda responsabilidad, todo estaría bien. Qué él se iría o le pediría no involucrarlo con nada en específico. Después de todo, Milo como era reconocido por ser un buen amante, también lo era como un hombre que se protegía de no enamorarse o dejarse enredar con algún embarazo no deseado.

El que haya venido a su casa para decirle en su cara que si ella quería un bebé suyo iban a hacerlo bien... le decía a Shaina que había estado juzgándolo muy mal.

Detuvo las caricias a su vientre, encontrándose con un inusual miedo.

«Un bebé mío... y suyo». Ella siempre había tenido claras sus metas. Todas y cada una de ellas, Shaina de Ofiuco las había puesto en marcha y sin importar el costo las había logrado. Todas excepto una, una que ahora se hallaba lejos de ella en Japón.

Con sentimientos encontrados cerró los ojos, viendo con una claridad tan hermosa como atemorizante la ilusoria imagen de un pequeño niño corriendo hacia ella extendiendo sus bracitos. Pero ahora donde había imaginado el cabello castaño era verde, y donde antes había unos preciosos ojos marrones ahora visualizaba un enigmático azul cobalto.

Shaina se cubrió la cara con las manos y se dejó vencer por las opuestas emociones que la atacaban una tras otra sin darle un solo respiro.

Ella sabía qué significaba esto: estaba volviendo a dudar.

Ella sabía qué significaba esto: estaba volviendo a dudar

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𝓔𝓵 𝓓𝓮𝓼𝓮𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓐𝓶𝓪𝔃𝓸𝓷𝓪 | 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora