❁⁎✬⁂【:.59.:】⁂✬⁎❁

201 24 0
                                    

A la mañana siguiente, Milo se enteró por uno de los niños que Helena se había torcido el tobillo derecho, pero no había una ruptura así que la zona afectada permanecía vendada con un poco de ungüento especial que Afrodita había preparado para la joven, la noche posterior al accidente. Pero debido a eso y al golpe en su cadera, el doctor le había recetado reposo absoluto por una semana junto a algunos medicamentos que debía tomar.

Milo nunca había visto a Death Mask siendo tan activo... como ama de casa.

Las mañanas, cuando Milo salía del Santuario para entrenar o hacer vigilancia, se encontraba con que el tipo iba persiguiendo a los chiquillos a modo de juego para que desayunaran antes de irse, o llevando una bandeja de madera con comida para Helena.

Esa misma noche, le tocó a Milo enterarse de que Death Mask no estaba siendo un mentiroso con respecto a su pasado.

Viéndose ignorado por los chiquillos que estaban, de dos en dos, de lado a lado de Death Mask, Milo escuchó cómo éste les contaba a los interesados muchachitos que él realmente era un tipo muy malo.

—¡Mientes! No puedes ser tan malo —le decían los niños, las niñas también.

—¡Qué sí puedo! —les exclamaba él, enfrascado en el ambiente infantil—, ¡soy uno de los hombres más malos que alguna vez puedan conocer!

—Pues sé malo ahora —le retaba el niño de ojos azules.

—Nadie me dice cuándo ser malo y cuándo no —Death Mask lo apuntó con el dedo, desafiante—. Luego no lloren si lo soy enfrente de ustedes.

—¡¿Ves?! ¡No eres malo!

—¡Sí lo soy! —de pronto Death Mask miró a Milo, qué hasta entonces, había tenido el ceño fruncido—. ¡Tú! ¡Diles qué tan malo soy!

—Eh...

Una de las niñas se le acercó.

—¿Verdad que nuestro hermano no es malo?

—Verán... —alzando su vista incómoda hacia el cielo, Milo ya estaba arrepintiéndose de no haberse ido cuando todavía lo ignoraban.

—¡Sí lo soy! ¡Diles, Milo!

—Si me lo preguntan...

—¡No es malo!

—¡Lo soy!

—Si me dejaran hablar...

—¡Qué es este escándalo! —exclamó la última persona que Milo esperaba encontrarse.

—¡¿Shaina?! —exclamó Milo.

—¿Tú qué haces aquí? —Death Mask se cruzó de brazos.

—Vine porque Marin me pidió que dejase esto con Helena —mostró una bolsa de plástico negra que llevaba en su mano derecha—. Creo que es ropa —no se oyó segura de eso.

—¿Ropa?

Death Mask alzó una ceja mientras los otros cuatro niños se olvidaban del tema anterior y se acercaban a Shaina para intentar averiguar lo que iba en esa bolsa.

—¡Quiero ver!

—¡No, yo quiero ver!

—¡Quítense!

—¡No me empujes!

—¡Basta! —Shaina gritó cuál banshee haciendo que los niños se quedasen quietos—. ¿Acaso alguno quiere rodar por las escaleras? —señaló éstas que iban hacia la Casa de Géminis—, ¿y qué se supone que hacen despiertos? ¡Largo a dormir!

—No eres mi mamá —espetó uno de los niños.

Shaina deformó su rostro a uno especialmente enojado.

—¡A dormir! Contaré hasta tres...

—No puedes hacernos nada, ¿verdad, hermano? —preguntó arrogante el pequeño niño de ojos azules a Death Mask

—Uno...

Death Mask sonrió malévolo.

—Creo que ya puedo ser malo. —Los niños se tensaron. De pronto miraron a Milo quien se hizo el desentendido.

—A mí no me metan en esto.

—Dos...

—¡Pues no me muevo! —el niño se cruzó de brazos. Los otros ya no se veían tan seguros, pero con toda claridad, era ese el mocoso que impulsaba a sus hermanos.

—Tres.

—No me intimidas —tembló el niño con sus hermanitos atrás de él. Death Mask en serio se estaba riendo.

Shaina subió otro escalón con las claras intenciones de agarrarlos a coscorrones.

—¿Pero qué pasa? —intervino otra vez, una más suave y delicada.

—¡Aahhh! ¡Escapen! ¡Corran! —los niños gritaron siguiendo a su hermano hacia el interior de Cáncer, sin percatarse de que su miedo había explotado por la voz de su hermana mayor, que iba con muletas a averiguar qué ocurría ahora que trataba de dormir.

Helena se quedó con una cara confusa mientras Milo y Death Mask reían a carcajadas mientras Shaina ponía los ojos en blanco.

—Deberías darles más disciplina a esos niños, Helena —le dijo ella a la joven—. ¿Dónde dejo esto?

—Ah, sí. Lo estaba esperando. Ven, sígueme.

Shaina no miró a Milo ni una sola vez, pero eso a él no le molestó ni le dolió en lo más mínimo.

Es más, gracias a esa noche, Milo y Death Mask pudieron, por primera vez en sus vidas, beber una cerveza juntos.

De esas bebidas que el santo mantenía bien guardadas (bajo candado) en una nevera propia que funcionaba gracias a un panel solar. De hecho, como todo lo electrónico del Santuario, y aprovechando el intenso sol que se sentía ahí casi todos los días del año, era con paneles solares qué lograban mantenerse actualizados, con energía eléctrica y no atorados en los siglos pasados donde la iluminación funcionaba con velas y la comida cocida se obtenía con fogatas.

Benditos sean los avances electrónicos... y las mujeres con mucho carácter también.

Ahora, cada vez que Death Mask quería asustar a sus hermanitos, solía usar a Shaina como motor principal.

Ahora, cada vez que Death Mask quería asustar a sus hermanitos, solía usar a Shaina como motor principal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


𝓔𝓵 𝓓𝓮𝓼𝓮𝓸 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓐𝓶𝓪𝔃𝓸𝓷𝓪 | 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora