1.3 LA EMPATÍA, UNA HERRAMIENTA VITAMINA

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UN SIGNO BIOQUÍMICO 

La empatía es una cualidad humana maravillosa. Supone la capacidad deponerse en el lugar del otro y conectar con él y con sus emociones. Cuando uno se topa con alguien que sufre y siente empatía hacia esa persona, el cerebro segrega oxitocina de forma natural activándose el sentimiento de generosidad. Eso explica esa sensación que tenemos cuando vemos a alguien sufrir —«¡Cómo me gustaría ayudarle!»—. De manera inconsciente sentimos esa necesidad, lo que no deja de ser profundamente bello. 

El organismo libera oxitocina cuando nos comportamos con generosidad y compasión. También se segrega en otros momentos: cuando alguien nos necesita y la mente lo percibe, o cuando el organismo detecta un entorno amable, relajado y confiado. En cambio, cuando divisa un entorno agresivo, de miedo e incertidumbre, se activa el famoso cortisol.

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La oxitocina es el signo bioquímico de la empatía.
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Ya vamos conociendo la misión de muchas hormonas. No pretendo que estas páginas te saturen tratando de entender la actividad endocrina, pero estas funciones pueden ayudarte a comprender mejor el comportamiento humano. 

— Cortisol: se activa en momentos de estrés. 

— Dopamina: relacionada con el placer y el circuito de recompensa. 

— Serotonina: relacionada con la felicidad, la libido y la sensación de bienestar. 

La liberación de oxitocina activa la secreción de serotonina y esto ayuda a que nos sintamos menos angustiados y en calma. La dopamina también se estimula en esos momentos y nos genera un «enganche» para querer volver a repetir una actividad, ya que nos genera placer y nos ayuda a sentirnos bien con otra persona. 

He analizado estos comportamientos en mi propia vida y quiero clarificarlo con algún ejemplo que me ha sucedido en alguna ocasión. Antes de la pandemia, una escena frecuente era la de ir al supermercado con mis hijos, uno en el carrito y otro cogido de la mano. Muchas veces voy más cargada de lo recomendable, pero no tengo en ese momento otra solución que forzar un poco el cuerpo para poder hacer recados acompañada de los niños. En ocasiones, algún alma caritativa se ha acercado a mí para echarme una mano con una sonrisa y se lo he agradecido enormemente. Su mente, al percibir mi situación complicada, segrega oxitocina en su cuerpo y ello facilita que actúe de forma generosa conmigo. Ante esas conductas siempre me siento agradecida. De igual manera, cuando yo me percato de que una mujer está sobrecargada con sus pequeños y voy sola, intento echar una mano siempre, ¡sé lo que se siente porque lo he vivido! 

¿Pero qué sucede cuando alguien está inmerso en un pensamiento agobiante y se topa conmigo por la calle? Lo primero es que, probablemente, no me vea, no detecte mi presencia porque vaya centrado en su preocupación. Sus altos niveles de cortisol le hacen estar enfocado en loque le ocupa, no prestando atención a su entorno ni a los demás. No es egoísmo, es que su mente está en otra cosa. La otra posibilidad es que esa persona estresada sí se percate de mi situación y en su estado de agitación mental sea incapaz de ayudar. Ese cortisol elevado inhibe la secreción de oxitocina, y lo lógico —fisiológicamente hablando— es que su mente no conecte con mi situación. Si, además, esa persona que se cruza conmigo en lugar de ser una madre de familia numerosa que ha tenido experiencias similares es alguien soltero de cuarenta y tantos sin hermanos ni tampoco hijos, prácticamente seré invisible a sus ojos. 

Piensa en ti, en esas veces que estás estresado, inundado de preocupaciones y con la mente en estado de alerta. En esos momentos te cuesta mucho más conectar con los problemas y situaciones de los demás—empatizas menos—. 

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