4.2 IDENTIFICAR A LAS PERSONAS QUE NO CONVIENEN

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No es sencillo. Un comportamiento o un comentario concreto no convierten a una persona en dañina. Hay que estar atentos a conductas repetitivas o a hechos especialmente graves. Por lo general, estudiarse a uno mismo y captar los pequeños síntomas que alguien nos genera en esos casos nos ayudará a discernir lo que más y menos nos conviene. La línea que separa un mero roce de una relación nociva puede ser en personas extremadamente sensibles muy fina. Favorece conocerse, aprender de los errores y de vez en cuando analizar nuestro comportamiento y nuestra manera de conectar con los demás.

Hay ciertas características comunes en los tóxicos universales que nos pueden ayudar a identificarlos —y a evitar convertirnos en uno de ellos—, y es que estos suelen ser egoístas, negativos, envidiosos, víctimas, amargados, criticones, manipuladores, dependientes, dramáticos... Pasemos a analizar algunas de estas facetas.


EL EGOÍSTA

Les llamo «espejito espejito». Su vida empieza y termina en ellos mismos. Yo, mí, me, conmigo. Solo se hace lo que quieren.

Necesitan ser el centro de atención en todas las conversaciones. Les cuesta ser empáticos, ponerse en el lugar de los otros y percibir los problemas de su entorno. No escuchan porque no les interesan las dificultades de los demás. Vivir cerca de un egoísta-espejito puede resultar agotador, ya que en el fondo están deseando que le recuerdes que son el centro de tu atención. Buscan ser los protagonistas de tu vida, de tus comidas, de tus reuniones y de tus conversaciones.


EL NEGATIVO

El famoso «no es no». Son personas que se quejan siempre. Ven el vaso medio vacío. Tienen una visión dramática y pesimista de su entorno. Tienen su SRAA —sistema reticular activador ascendente— activado en negativo, con un filtro oscuro que les impide disfrutar y percibir las cosas buenas de la vida.

Están enfadados con cualquier cosa o persona; contigo, la temperatura, la comida, el tráfico, el Gobierno y, en general, con el mundo. Les cuesta horrores admitir una buena noticia o algo que vaya bien. Si tienes alguien así cerca, aléjate y toma distancia, porque puedes recibir con frecuencia ataques que no te mereces, pero que te alterarán. Da la sensación de que te culpan por sus problemas y les cuesta aceptar que a otros les vaya bien; es más, les irrita profundamente y te lo hacen saber con su mal humor. Si estás cerca de ellos, notarás que te sientes incómodo, inseguro y con ansiedad.


EL ENVIDIOSO

Es un rasgo muy frecuente de las personas tóxicas. Sufren cuando a otros les va bien y, por tanto, necesitan criticarles y hacerles de menos. Ahí se originan el desprecio, el insulto y la humillación.

Estas personas suelen presentar un fondo inseguro que tapan con esta actitud envidiosa. Esta es la razón por la que no se alegran ante los logros de los demás. Como medida «defensiva», solemos inconscientemente hacernos perdonar, ocultar nuestros éxitos para así no generar rechazo en el otro.


LA VÍCTIMA

Siempre tienen una excusa para todo. Desde su perspectiva, su historia es un drama y ocupan el papel de damnificados en todo lo que les sucede. Debido a esto generan en los demás un sentimiento de culpabilidad que saben utilizar: abusan de tu tiempo y de tu buena fe, se aprovechan de cualquier situación para pagar menos, conseguir favores o que les regalen cosas. Esto va unido a una característica que molesta especialmente: no están disponibles cuando de verdad se les necesita.

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