1.4 HOMBRES: NIVELES ALTOS DE TESTOSTERONA, NIVELES BAJOS DE OXITOCINA

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LAS RELACIONES SEXUALES 

La oxitocina está íntimamente ligada a las relaciones sexuales. En el hombre se encarga de la erección del pene y de la eyaculación, y en la mujer potencia la excitación a la vez que contrae el útero para acercar los espermatozoides hacia las trompas de Falopio y facilitar así una posible concepción. 

En esos momentos de máxima excitación durante el acto sexual, el organismo incrementa el número de glóbulos blancos en el torrente sanguíneo. Esos leucocitos están encargados de proteger al cuerpo contra los virus, las bacterias y los microorganismos dañinos. 

Al alcanzar el orgasmo, los niveles de oxitocina se multiplican por cinco en los hombres. En cambio, para que una mujer llegue al orgasmo, precisa unos niveles de oxitocina mucho más elevados, razón por la cual les cuesta más llegar a ese grado máximo de excitación y placer. 

Durante esos instantes de máximo goce —mediante los abrazos, el roce de las zonas erógenas, los masajes y la propia relación sexual— se activa el área de recompensa del cerebro mientras se segregan en el torrente sanguíneo grandes cantidades de oxitocina y dopamina. Estas dos hormonas trabajan conjunta y coordinadamente y son responsables de la sensación de placer, de la necesidad de tocarnos y de que se refuerce el lazo afectivo con el otro. 

En 2012 los científicos de la Universidad de Bar-llan en Israel, en colaboración con la de Yale, descubrieron que durante la fase de enamoramiento, y hasta seis meses después, los sujetos poseen niveles más elevados de oxitocina.

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La oxitocina y la dopamina potencian el vínculo afectivo en una pareja.
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Una pareja que mantiene relaciones de forma continuada consolida de esa manera el amor o cariño que se tiene. Por el contrario, si una pareja pasa semanas, meses o incluso años sin intimidad, habrá necesariamente una repercusión negativa; no solo por la propia carencia de relaciones sexuales y la insatisfacción que esto supone, también porque hormonal y bioquímicamente se estará prescindiendo de un aliado fundamental en el equilibrio anímico y la sana relación de los cónyuges. Sin esa sobreabundancia de oxitocina y esos puntuales y excitantes picos de dopamina, sin relaciones sexuales, descuidamos un compañero casi indispensable para conservar la unión, la complicidad y la fortaleza del vínculo. 

Esto también es importante puntualizarlo para otro tipo de situaciones. Mucha gente mantiene relaciones sexuales con otra persona por placer, sin ningún tipo de voluntad de que medien amor o un compromiso serio. Y algo que sucede con más frecuencia de lo que imaginamos es que alguno de los dos se «engancha» a la relación. Lo que parecía placentero y superficial, que se diseñó como puramente sexual, se transforma para una de las partes en un sentimiento más profundo que puede llegar al enamoramiento o incluso al amor. 

Estadísticamente, este enganche se produce más en las mujeres que en los hombres —cualquier generalización suele ser una limitación, pero las estadísticas, muchos estudios científicos y mi propia experiencia profesional apuntan a que las mujeres son más tendentes al sentimentalismo y emotividad que los hombres—. ¿Las causas? Bioquímicas y psicológicas. 

De hecho, en el año 2019 Marazziti plasmó en un estudio que las mujeres tienen mayor número de oxitocina circulante en plasma, así como también más receptores de esta que los varones. Quizá esto respondería desde la óptica puramente fisiológica. En el ámbito psicológico, la mujer, como hemos dicho, tiende a ser más afectiva y emocional y, en general, busca un vínculo más intenso en las relaciones amorosas. 

Pero existe otra razón fisiológica responsable de que la mujer sea más propensa a buscar el lado sentimental de las relaciones y a ser más afectiva. O quizá dicho al revés, que el hombre sea menos proclive a consolidar y asentar una relación. Aquí entra en juego otra hormona, la testosterona, otro integrante decisivo en el mundo de las relaciones humanas. 

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