Quinteava Parte.

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—Querido, recuerden volver temprano para irnos al Sur y no se alejen de sus guardias, por favor.

La reina se alejó dos pasos de ellos tras darles un beso en la mejilla y sonreír por lo bien que Yoongi y Jimin se veían juntos. Ambos llevaban ropa cómoda y calientita, porque seguía nevando a pesar de que la tormenta había aminorado hasta solo ser la nieve habitual de diciembre.

Los papás de Taehyung se habían ido en la mañana después del desayuno y haber terminado de hablar algunas cosas tanto para el ritual como para el baile de navidad, los reyes del Norte habían ido con ellos hasta la estación de tren y regresado para asegurarse que el escuadrón de seguridad de Jimin y Yoongi para la tarde estuviera listo.

Cambiaron ligeramente el horario y en lugar de ir en la noche, irían en la tarde, con el sol aún en el cielo, y volverían a palacio entre las siete y ocho de la noche para ir al palacio del Sur y tener la cena familiar antes de la fiesta de navidad, además para preparar a los reyes del Sur para su ritual de primer año de casados.

Jimin no dijo nada del cambio de horario porque no le molestaba y prefería mantener a su mamá tranquila y evitarle un ataque de ansiedad porque no tenía ni una semana el ataque que sufrió. Yoongi prefería el nuevo horario, a decir verdad, porque tampoco quería ponerse en riesgo y llevarse entre las patas a más gente.

—Cuídense mucho y diviértanse —dijo de nuevo la reina, dándole un suave beso en la mejilla al Omega y sonriendo cuando él la abrazó brevemente.

—Gracias, Majestad. Es una lástima que no puedan acompañarnos.

La reina suspiró.

—Me encantaría ir pero es tradición de los nuevos esposos ir y admito que tenemos unas cosas qué terminar de hablar antes de irnos al Sur todos.

—Está bien, les llevaremos sus saludos a los niños del orfanato.

La reina asintió y volvió a darle un beso de despedida a Yoongi. Conforme pasaba más y más tiempo con él, se sentía más cercana al Omega, ambos creando una relación cálida y tierna, algo que Yoongi jamás pudo terminar de tener con su propia madre, para su dolor.

—Nos veremos más al rato, mamá —Jimin besó la mejilla de la reina y ayudó a su esposo a bajar por las escaleras del jardín principal, donde estaba esperándolos un trineo de caballos blancos y una bolsa de terciopelo gigante en la parte de atrás que contenía todos los regalos para los niños y sus cuidadores.

Yoongi enarcó la ceja cuando vio el trineo, pero no dijo nada. Aceptó la ayuda de Jimin para subir y se sentaron en silencio ambos, sin verse o hablarse entre sí. La incomodidad entre ambos era evidente pero intentaban disimularla porque no era beneficio para ellos que los vieran así.

Necesita dejar su orgullo de lado por unos momentos para disfrutar del evento lo más que pudiera. Así que Yoongi carraspeó cuando Jimin le puso una cobija entre sus piernas y le indicó al chofer que se fueran.

—No sabía que tu familia tenía un trineo—dijo con suavidad Yoongi mientras salían del jardín y del palacio para adentrarse al camino por el bosque.

Dos camionetas SUV iban detrás de ellos y un poco más adelante estaba otra. La reina no había escatimado en pedir guardias reales para proteger al príncipe heredero y su esposo mientras cumplían con su agenda social navideña, aunque tal vez eran demasiado para el gusto de Yoongi, quien aún no se acostumbraba de tener gente a su alrededor 24/7 cuidándolo.

Jimin lo miró aliviado, sonriendo un poco y con las mejillas empezando a sonrojarse por el aire frío que los golpeaba.

—Sí, lo compraron hace unos años cuando llegó a comercializarse la navidad acá en Corea del Norte. Se podría decir que fue regalo de bodas de mi abuelo a mi abuela.

Royals II. A Tale of two princes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora