Treceava parte.

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El cuerpo humano era divertido. Cuando entraba en shock, la mente se quedaba en blanco y el cuerpo empezaba a reaccionar poco a poco, o a veces lo hacía de golpe pero sin registrar nada de lo que se hacía, solo en pura inercia.

Yoongi tenía el entrenamiento para poder hacer lo segundo pero con la mente despierta, recordando los procedimientos a llevar y qué tenía que hacer de inmediato. No por nada era el mejor trauma infantil del Norte.

Pero, irónicamente, como había una regla implícita entre los doctores que era no atender pacientes que eran familia, se le había hecho un poco ridículo, porque siempre entrabas en modo automático para salvar a tu familiar.

Pero Yoongi se dio cuenta que esa regla existía por algo...

En cuanto sintió el cuerpo de Jimin sobre él, su cerebro se apagó y todos sus conocimientos médicos desaparecieron. Un zumbido de oídos lo aisló de lo que estaba pasando a su alrededor y solo era medio consciente de cómo todos gritaban, corrían e intentaban llegar a ellos.

Pero todo era tan lento que no podía entender qué estaba pasando.

Hasta que el cuerpo de Jimin tembló y Yoongi jadeó.

De un solo movimiento intercambió posiciones y se arrodilló a su lado para checar su pulso, sus manos temblorosas cuando lo vio con los ojos cerrados y los labios secos. Cuando encontró el pulso en su cuello, suspiró.

Y todo volvió a hacerse un caos.

Alguien lo jaló de los brazos y lo alzó, separándolo de Jimin, mientras que a él se le iban encima y lo alzaban también.

No se escuchó gritar hasta que su garganta se rasgó, intentó pelear para poder llegar hacia él pero no lo soltaron en ningún momento. Y cuando vio sangre caer por el brazo de Jimin, se congeló dos segundos antes de volver a pelear para separarse de quien lo tenía en brazos para poder llegar con su esposo.

— ¡Alteza, por favor! —alguien gritó cerca de él y logró ver a su mayordomo, Hyunjin, lo sacudió de los hombros.

Yoongi se detuvo y vio que estaba de pie, intentando arrastrarse hacia Jimin, con la puerta de una camioneta negra abierta frente a él.

—El príncipe irá al hospital, necesitamos irnos ya —le dijo el Alfa alterado.

Yoongi no parecía entender de qué estaba hablando su mayordomo.

—Necesito ir con Jimin —fue todo lo que dijo.

El hombre jadeó desesperado

—Lo sé, Alteza, mientras más rápido suba al coche, más rápido llegaremos con él.

— ¡Yoongi, sube ya! —alguien gritó dentro del coche y lo jalaron, casi haciéndolo caer al sillón de boca.

En menos de dos segundos, la camioneta arrancó.

El Omega miró al frente y vio a Taehyung y Jungkook a su lado, ambos pálidos y tembloroso.

—Jimin —susurró.

Taehyung asintió.

—Vamos con él.

— ¿Por qué está solo? ¡Debería haberme ido con él!

—Es protocolo —susurró Jungkook. Tenía un brazo protector sobre los hombros de su esposo y lo abrazaba hacia sí, sus ojos oscuros y afilados.

— ¿Qué?

—Es protocolo —repitió Jungkook—. Si uno de los dos está en peligro, de en separarse para evitar una pérdida mayor.

—No.... No te estoy entendiendo nada.

Royals II. A Tale of two princes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora