Catorceava Parte.

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Jimin había sido entrenado para seguir hablando con falsa comodidad en una situación incómoda o peligrosa.

Era, obviamente, un experto en el tema... Hasta que se trataba de su familia y no de políticos y funcionarios públicos que no volvería a ver en su vida o hasta la siguiente cena de Estado.

Lo que restó del almuerzo había sido incómodo y callado. Muy callado. Ninguno intentó decir algo más después porque no sabían qué decir o hacer y prefirieron enfocarse en las demás cosas del día para no tener más silencios incómodos.

Por eso cuando él y Yoongi se disculparon de la mesa para poder ir a hacer unas llamadas, corrieron de ahí.

—Eso fue... —empezó Jimin una vez alejados lo suficiente del comedor.

—Incómodo —terminó Yoongi con un evidente escalofrío en su cuerpo—. Diosa, no me gustaría estar en el cuarto que se harán las presentación entre Nam y el otro ex de Jin.

Jimin le dio la razón con un murmullo bajo.

—A decir verdad, me sorprende la tranquilidad con que Nam ha tomado todo... ¿Él está bien?

Yoongi asintió con la cabeza pero su expresión del rostro decía otra cosa. Se rindió cuando su esposo lo miró con las cejas enarcadas e incrédulo.

—La verdad es que no sé —admitió derrotado—. No he podido hablar bien con él en estos días pero le dije que cualquier cosa, estaría siempre para él.

Jimin murmuró sobre su aliento un entendimiento y siguieron caminando hasta llegar a una sala vacía y pequeña justo cuando el celular de Jimin empezó a sonar y en la pantalla estaba la foto de sus papás sonriendo.

— ¿Puedo tomarla? —preguntó con inocencia hacia Yoongi, quien lo vio como si fuera una ridiculez.

— ¿Por qué me preguntas? Obviamente sí, Chim.

El Alfa sonrió y picó el punto verde para aceptar la llamada. Sus papás aparecieron de inmediato y empezaron a hablar antes que Jimin pudiera decir algo.

—Diosa, Jimin, ¿estás bien? ¿Por qué apenas nos respondes, cielo? Llevamos horas intentando hablarte —dijo su mamá como saludo.

Jimin sonrió con la nariz fruncida y se sentó en un sillón con cuidado, aceptando que Yoongi se apresurara a ponerle un cojín acolchado para descansar el brazo herido.

—Estoy bien, mamá. No se preocupen, por favor —dijo Jimin.

—Es difícil hacer eso cuando mi hijo está herido y yo estoy lejos de él.

— ¿Estás bien, hijo? —preguntó su papá con calma.

Jimin asintió.

—Solo fue un roce. Creo que evadí la bala a tiempo, ja.

Yoongi se estremeció al sentarse a su lado y por inercia Jimin lo miró con disculpas.

—No es gracioso, Park Jimin —siseó su mamá, también estremeciéndose—. No sabes lo preocupado que estábamos todo, sobre todo Yoongi. Pobre criatura, pensé que se ib a desmayar en cualquier momento.

El aludido enarcó la cejas. Jimin sonrió algo egocéntrico y miró a su esposo.

— ¿Ah, sí? —preguntó con altivez.

—Por supuesto —contestó su mamá sin ninguna emoción—. Iba a ser el príncipe heredero sin ti, eso es mucha presión encima.

Tanto Jimin como Yoongi miraron sorprendidos a la pantalla, enarcando las cejas y con la boca ligeramente abierta. Pero la reina empezó a reír y rodó sus ojos.

Royals II. A Tale of two princes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora