Epílogo.

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Dos años después...

—Su Majestad, ya tenemos que irnos —el Guardia Real le dijo a Jimin por tercera vez, parado en la puerta del cuarto infantil.

Jimin miró con un puchero a su hijo entre sus brazos antes de asentir hacia el Guardia.

—Dénos unos minutos en privado, por favor —pidió ante las niñeras y los dos Guardias Reales que estaban en la habitación.

Los cuatro asintieron y salieron al mismo tiempo, Yoongi miraba a su esposo sonriendo irónico con su hija entre sus brazos, meciéndola para que siguiera dormida antes de dejarla en la cuna.

—Tenemos que irnos ya, mi amor, o Taehyung va a volver a matarnos.

Jimin frunció la nariz.

—El año pasado lo esperamos dos horas porque no quería dejar a Mina sola y no le dijimos nada.

—Sí, pero eso fue el 24. Vamos a llegar tarde al baile de navidad, otra vez.

Jimin hizo una mueca divertida con sus labios pero le dio un beso a su hijo en la frente y lo dejó en la otra cuna, observando por un momento a ambos cachorros con orgullo y un amor intenso desbordándose por sus poros.

Los últimos años habían sido un caos total. Después de lo pasado el año que se casaron, y los sucesos de Año Nuevo, tanto Jimin como Yoongi decidieron huir por un mes y medio a disfrutar su verdadera luna de miel, demasiado cansados de todo el caos que se formó en las navidades y algo dolidos aún por lo que había pasado con Jin.

Cuando volvieron a Corea del Norte para retomar sus papeles como realeza, Yoongi se sintió más cómodo como el príncipe del Norte y logró equilibrar su trabajo con sus deberes reales. Pero todo volvió a ser un caos cuando, dos meses después de su luna de miel, descubrieron que Yoongi estaba esperando cachorros. No dijeron nada hasta que todo estuvo seguro y resultaron ser dos preciosos mellizos, como Jimin y Rose, siendo solo unos meses más pequeños que Mina, la hija de Taehyung que nació en el verano.

La ironía de que se repitieron la cantidad de hijos por parte de los Park y Kim-Jeon les hizo una gracia enorme durante meses, incluso aún lo hacía. Rose y Lisa se casaron ese otoño y a la siguiente primavera estaban teniendo su primer cachorro también.

Namjoon se convirtió en tío tres veces seguidas, siendo más y más unido a los Park conforme pasaban los meses hasta que se estaban convirtiendo en una gran manada.

Lamentablemente, Jin no volvió a visitar Corea aunque hablaba seguido con Jungkook y Taehyung.

— ¿Crees que Jin venga este año al baile? —preguntó Yoongi cuando se acercó a su esposo y abrazarlo de lado.

Jimin suspiró, descansando su cabeza con la del Omega.

—Realmente no lo sé... El año pasado puso de excusa que tenía trabajo y solo fue de visita rápida para ver a Mina y felicitar a Taehyung en su cumpleaños.

Yoongi frunció los labios.

— ¿Cuántas veces tendremos que decirle que no fue su culpa lo que pasó? —susurró con tristeza.

Jimin no dijo nada, se limitó a abrazar a su esposo con más fuerza y seguir viendo a sus hijos. Era cierto que lo que pasó esa navidad, fue... bueno, por decirle de buena forma, demasiado caótico, pero Jin se encargó de salvarlos a todos y la cicatriz del disparó de Nam ni siquiera se veía ya.

—Ese Alfa tiene un serio problema con la culpa, lo he dicho muchas veces —dijo Yoongi como si nada.

Jimin le pellizcó una nalga, haciendo callar el chillido de su esposo con un beso suave.

—Los vas a despertar —bromeó.

Yoongi le sacó la lengua, juguetón.

—Pero tienes razón —le dió la razón Jimin con un suspiro—. Jungkook ha intentado hablar con él pero... no se deja escuchar. Ni siquiera Sel puede llegar a él.

Yoongi siguió mirando a sus hijos mientras pensaba en las posibilidades, pero no tenía nada. Suspiró cansado y derrotado, sin saber cómo ayudar a su amigo para volver a recuperar a su corazón, cuando su corazón no quería acercarse por la culpa que cargaba.

—Espero pronto puedan arreglar sus diferencias —dijo con sinceridad.

—Yo también —Jimin puso una mano en la mejilla de su esposo, acariciándolo y besando sus labios una, dos, tres veces—. Ojalá pueda ver todo lo que salvó y todo lo que ayudó. Le debo tu vida... y la mía, también.

Yoongi besó la punta de la nariz de Jimin.

—Dejemos que el tiempo pase... si para Año Nuevo sigue igual, podemos, digamos, hacer una fiesta privada familiar sin decirle que Nam estará y dejar que la mamá de Jungkook se encargue de que esté Jin ahí.

Jimin frunció el ceño confundido.

—Eso suena... bastante específico para ser una idea al azar.

Yoongi sonrió malicioso.

—No diré nada, pero Taehyung tiene una mente privilegiada a veces.

El Alfa se estremeció ante la mirada y sonrisa de su esposo, sintiendo que tenía que formar una alianza con Jungkook para el futuro próximo, o el futuro dentro de una semana. Solo por prevención, claro.

Unos suaves toques en la puerta los hicieron voltear.

—Majestad, en serio debemos irnos —le dijo su Guardia personal.

Jimin asintió y tras ver una última vez a sus hijos, tomó la mano de su esposo y salieron del cuarto infantil.

—Pues aquí vamos —susurró emocionado Yoongi—. Nuestro primer baile como reyes del Norte.

Jimin sonrió aún más grande. Su padre había adjudicado hace unos cuatro meses, había decidido que ya era tiempo de disfrutar de su retiro y de su esposa, de sus nietos sobre todo, y dejar que su hijo se hiciera cargo del reino, cosa que venía haciendo desde hace años. Yoongi había entrado en poquito pánico cuando les dieron la noticia pero conforme se fue preparando con la reina para su papel de rey consorte, fue tomando más y más seguridad en su lugar. Claro que fue triste dejar la medicina por un tiempo mientras se acostumbraba a su nuevo papel, y veía cómo podía seguir siendo doctor y rey al mismo tiempo, pero eso sería cuestión del futuro.

No había esperado enamorarse de la forma en que lo hizo de Park Jimin, ni tener el futuro que tenía ahora, pensó que lo había perdido todo hace dos años por unos largos momentos pero todo resultó bien. Había conocido la felicidad y el gran amor que tenía por su familia jamás lo iba a dar por hecho.

Siempre iba a pelear por su esposo, sus hijos, su reino y su vida.

Ahora conocía el verdadero amor y la paz, no iba a dejarla ir jamás.

Y Jimin no lo iba a dejar ir tampoco. De eso estaba 100% seguro. Y cómo lo alegraba y le daba emoción el mañana.

Ya después podía ayudar a sus amigos a encontrar ese mismo amor y paz que sabía tenían entre sí, pero primero quería bailar con su esposo una o dos piezas esta noche.

Mañana sería una nueva oportunidad.

FIN.

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Sé que está muy al aire este final, pero jejeje es lo mejor que puedo darles sin tantos spoilers de por medio. Creo.

En fin, gracias por leer y acompañarme en este viaje navideño que se extendió hasta el verano. Nos veremos la próxima navidad para el final de esta silly little christmas trilogy.

Nos vemos el próximo sábado con Saturno!

Besos,

Mar.

Royals II. A Tale of two princes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora