Solo un sueño
Jueves.
El edredón que la cubría del frío pesaba toneladas, Malena sintió una opresión asfixiante en el pecho y abrió los ojos de golpe, tomando una bocanada de aire casi desesperada. Sus manos acariciaron la suave tela de las sábanas, lo último que recordaba era haberse sentido muy cansada, la conversación con Bruna era borrosa ¿Cuánto tiempo había dormido? Lentamente se sentó en la cama, tomándose la cabeza y serenando su corazón que golpeaba desbocado, su entorno desencajaba abruptamente, el retumbar de su pecho se volvió doloroso ante el miedo, aunque un dejo de asombro le cosquilleaba la garganta. Otra vez estaba soñando.
La habitación en la que se encontraba era espaciosa y elegantemente decorada, las paredes estaban cubiertas con un papel tapiz floral en tonos suaves de beige y crema. Miró hacia su izquierda, grandes cortinas de terciopelo rojo adornaban las ventanas, opacando la luz del sol de la mañana. La cama en la que yacía tenía cuatro hermosos pilares de los que llovía un dosel traslúcido de color melocotón. Un tocador de madera oscura se erguía contra una de las paredes al frente, adornado con delicados frascos de perfume y un espejo ovalado con un marco cobre. Este sí lo recordaba, lo había visto en su sueño anterior.
Tiró del edredón, atraída por su reflejo, y salió de la cama. El suelo bajo sus pies era de tibia madera lustrada, un finísimo camisón blanco con breteles fruncidos cayó fluido de su cintura, con cada paso la tela danzaba entre sus piernas. Llevaba el cabello suelto en un sin fin de rizos negros, su piel parecía pintada en oro y sus facciones le resultaban irreconocibles. Apartando el miedo y guiada por una curiosidad burbujeante, Malena se tomó el rostro con ambas manos. Sus pómulos eran redondos y del color de las manzanas cuando aun no están listas para caer del árbol, sus ojos eran dos hermosos trozos de carbón que chispeaba en la hoguera, enmarcador por espesas pestañas igual de oscuras, y sus labios eran gruesos y carnosos. Los mordió y se sobresaltó al sentir una punzada de dolor ¿Era normal sentir dolor en los sueños? Creería que habría despertado luego de hacer eso, pero allí seguía.
Alguien llamó a la puerta, la morena dio un respingo y se volvió con el corazón atronando sus oídos. Se deslizó silenciosa, tomando el tomo bronce de la puerta y la abrió lo suficiente como para asomar un ojo, del otro lado había una mujer corpulenta, de peculiar vestimenta, que la observaba con el ceño fruncido. Tenía unas prominentes cejas pobladas, sus pequeños ojos chocolate casi se perdían bajo ellas.
—¿No has oído la campana?— Preguntó la mujer en un inglés melódico, Malena negó, apretando los labios.
La mujer, mucho más baja de estatura, traía un vestido de estampado floral en tonos marrones y sobre este un delantal con volados, tan blanco como las nubes. Sus zapatos parecían mocasines, pero realmente no estaba muy segura, y escondía una espesa melena debajo de una cofia del mismo material que su delantal, con unos graciosos volados que le daban la vuelta a su cabeza. Esta puso los brazos en jarra, para la edad que aparentaba se le veía fuerte como un roble.
—Niña tonta, van a castigarnos a todos por ti. Anda, corre, vístete. La condesa hoy quiere desayunar en el jardín— hizo una pausa tomando aire —Y antes siquiera que lo preguntes, no, el Conde no estará presente hoy tampoco.
Malena asintió tres veces sintiendo un montón de emociones juntas que no sabría poner en palabras y cerró la puerta recostándose sobre su espalda. Buscó entre los elegantes muebles del cuarto uno donde estuviera "su ropa" y se cambió tan rápido como la mujer malhumorada se lo pidió. Tragaba saliva una y otra vez, pero el nudo de tristeza no baja por su garganta. Tendría que hablar con su médico para cambiar la medicación, o ya no la mezclaría con vino definitivamente, pues aquel sueño era como ser otra persona y ella misma al mismo tiempo, resultaba imposible que dos almas viviesen en el mismo cuerpo, sintiendo y percibiendo el mundo de manera tan arbitraria.
ESTÁS LEYENDO
En su reflejo
ParanormalDespués de un divorcio devastador, Malena se ve obligada a dejar atrás la comodidad de su vida privilegiada y adentrarse en un mundo de simplicidad en los suburbios. Pero lo que parecía ser solo un cambio de escenario, pronto se convierte en una pes...