Capítulo X

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¡ATENCIÓN! Este capítulo posee contenido maduro, NO ATP (apto para todo público) y escenas descriptivas +18 

Malena abrió los ojos de golpe, la escaza luz del taller le escoció la mirada. Giró tan rápido que casi se cae de la silla donde estaba recostada, de no haber sido por los reflejos de Max, habría acabado de cara al piso. Se la veía desorientada, con la respiración entre cortada y la piel erizada, si Han tuviera que juzgarla por lo dilatada que tenía las pupilas, juraría que se había intoxicado con el diluyente de pintura. 

—Hey, hey, soy yo— Max la tomó por los hombros, Malena intentó dar un paso atrás y se tropezó con la caja de herramientas que había dejado en el suelo.

—¿Max?

Era como si intentara enfocar y aun no supiera exactamente dónde estaba. Él tenía en una mano la bolsa con comida caliente para dos, podía sentir la tibieza colándose por el costado de su remera de lo que seguramente era pasta. 

—Estabas dormida, y yo como un idiota te asusté, lo siento Bepeu— Se disculpó soltándola lentamente y dejando la comida sobre la silla. 

Malena se abalanzó sobre él como si llevase años perdida y fuese la primer cara amiga que veía. Le temblaba el pulso, pero había algo más. Su respiración caliente rebotaba contra la piel del cuello de Max, quien por instinto la tomó por la cintura cuando ella lo abrazó. 

—Max...

La castaña inhaló su perfume y el corazón le dio un vuelco en el pecho. Todo su ser era un revoltijo de emociones propias y ajenas. 

—¿Male, estás bien?

Ella se abrazó aun más a él, estiró sus brazos pues era más alto, su camiseta gruesa se subió un centímetro apenas, pero fue suficiente para que Han le rozara la piel con el pulgar. Un escalofrío le recorrió la columna haciéndola apretar las piernas. Malena se separó de él, lo suficiente como para tomarlo por la chaqueta de abrigo que no había tenido tiempo de quitarse y lo besó, así sin más. Él, que siempre estuvo enamorado de ella, aun habiendo formado una familia, abrió los ojos como platos, demasiado sorprendido como para devolver le gesto, pues ella no era así, aquello estaba bien, no se sentía como Malena. 

Por su parte, Malena intentaba torpemente seguir besándolo a pesar de que él le hablara sin corresponderle. Interrumpía sus preguntas mordiéndole los labios y luchando con la chaqueta para quitársela. Ambos daban tumbos por el taller, chocando con cuanta cosa se encontraban. El calor que brotaba de su interior amenazaba con consumirla, no podía explicarlo, lo único que tenía claro era que deseaba a Max con la misma locura que Victoria deseaba al Conde Jabari. 

—Male, Male, para— Max intentó sacársela de encima sin lastimarla —Malena, ya basta.

Ella se detuvo en seco, con el rostro completamente encendido por la lujuria.

—¿Qué, no quieres?— Le preguntó con la voz ronca —¿Ya no te gusto?

—No, no es eso, claro que me gustas Male, eres una mujer hermosa— vaciló antes de confesar lo que pensaba —Pero esto no está bien, no es así como debe ser

Malena volvió a sentir ese frío manto cayendo sobre sus hombros, sofocando el fuego en su interior, igual que en la biblioteca. 

—¿Y entonces cómo debe ser? Explícame— se apartó, dolida —Somos adultos, debería ser sencillo de resolver, no veo cuál es el problema. 

Palabra a palabra fue elevando la voz, Max no entendía qué le pasaba o por qué le reclamaba que le estuviera rechazando cuando había sido ella misma, años atrás, quien le puso límites a su relación. 

En su reflejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora