Conoce la historia de los hijos de Grace Field, un grupo de niños huérfanos que fueron criados en lo que parece ser su hogar, con la emoción de ser adoptados los niños esperan recibir el llamado a su nueva familia, sin saber que su terrible destino...
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CAPITULO 3 - EL PRECIO DE LA PERSEVERANCIA
Ray estaba en silencio mirando por encima del hombro de Norman, directo hacia la ventana perdiéndose en la oscuridad de la noche y en sus ideas.
Anna... ¿Si quiera la había considerado en su lista de salvación?, ¿Era tan dedicada como Norman decía? Tendría que averiguarlo.
Ray negó con la cabeza restando importancia a sus pensamientos cruzados en la cabeza, aún había algo que debía aclarar, algo que le había molestado toda la tarde.
—Cuando Anna volvió al hogar corriendo y le explicó a Mamá lo que sucedió ella sacó de forma inmediata un reloj de bolsillo y fué a buscarte.
Norman tragó casi quedándose sin aliento, quizá era la herida la que lo hacía sentir mareo, incluso sintió un escalofriante frío recorrer su espalda.
—Fue demasiado rápido...a penas hubo un intervalo de tiempo con la salida de Anna y la llegada de Mamá.
Si lo pensaba mejor Mamá siempre fué buena para encontrarlos cuando jugaban a las escondidas, siempre tenía esa dedicación cuando se trataba de ellos.
—Eso...es un rastreador, lo más seguro es que tenemos un chip implantado en nuestro cuerpo. —Norman le dió la espalda tratando de calmarse y no hacer obvio su disgusto y frustración.
—Y tal parece eso no es lo peor —le respondió Ray, escuchó risas y supo que dentro de poco todos los niños ya tendrían que estar en sus respectivas
—¿Qué quieres decir? —Norman susurró asustando, esperando que sus sospechas no fueran ciertas.
—No hay forma de que Mamá revelara algo así sin tener sospechas de que alguien ya sabe el secreto de la casa, eso quiere decir que la noche en la que descubriste la verdad dejaste un indicio —Ray le explicó poniendo un dedo en su mentón, pensativo.
—La puerta...
—Mierda, dime que traes contigo ese alambre para el pelo.
—Si, sabes que lo necesito para controlar este mechón de cabello rebelde —dijo señalando a su cabeza, en el mechón en forma de media luna—, el asunto es que deje la puerta abierta, fuí descuidado y como estaba en shock no le preste la debida importancia, pero no hay forma de que sepa quién salió esa noche.
—Está claro, Mamá nos declaró la guerra.
Norman escuchó los pesados pasos de mamá al subir las escaleras al segundo piso, los niños ya estaban entrando en sus respectivas habitaciones con notable cansancio y era la señal para terminar su conversación.
