Conoce la historia de los hijos de Grace Field, un grupo de niños huérfanos que fueron criados en lo que parece ser su hogar, con la emoción de ser adoptados los niños esperan recibir el llamado a su nueva familia, sin saber que su terrible destino...
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CAPITULO 14 - CEGADO POR LA VERDAD
Al salir sus dos hermanos de la habitación Norman cerró la puerta de la biblioteca y se apoyó en ella cruzando los brazos, dió un suspiro cansado y al levantar la vista vió la expresión de confusión que Ray tenía en el rostro.
Estaba mirando al suelo sin razón alguna y esto solo pareció molestar a su amigo, que estaba en silencio esperando una excusa suya.
—¿Acaso tengo que empezar a hablar yo?
—¿Por qué? —Ray balbuceó pasando sus manos en su cabello con tal fastidio que no le importó despeinarse o lastimarse en el proceso—...realmente no tengo palabras para describir como me siento...
—Quiza la palabra que buscas es traición, ya estás familiarizado con ella.
—¡Decirlo no era tu lugar, no tenías ese derecho! —en todos estos años, nunca creyó que su mejor amigo haría tal cosa.
Jamás pensó que algo así sucedería, y estaba tan confiado de eso que era capaz de poner sus manos al fuego por él.
—Ray —se acercó a él atrayendo una silla y se sentó delante de él con las manos entrecruzadas, sus ojos tenían una mirada vacía y distante, como si lo estuviera juzgando con desdén—, ¿Por qué actúas como si fueras una víctima? No creí que fueras hipócrita.
—¡Eso a ti no te importa! —Ray dió un paso adelante y trató de guardar calma, se supone que no debía perturbar la paz a esta hora, menos bajo la vigilancia de Mamá y Matilda— si sabías que yo era el espía, porque no hablaste conmigo-...
—Ja —Norman le sonrió con sorna y se cubrió la boca con una mano para comenzar a reírse sin quitarle la vista de encima, entrecerró los ojos y levantó un poco la cabeza—. Honestamente iba a quedarme callado y no decir nada al respecto, iba a dejarlo pasar y utilizarte a mi favor.
Ray abrió los ojos y la boca con indignación sin poder creerlo, sentía que había tomado su confianza y la había hecho trizas delante suyo, y una vez esa sensación le estaba picando la nuca.
“¿Creíste que alguna vez tendrías una pizca de compasión? Ni siquiera tu eres tan patético"
La impotencia que sintió al no poder contener el dolor de Don, la forma en la que Gilda estaba parada en silencio, juzgando sus acciones como si fuera una juez lista para determinar su sentencia. Probablemente ahora que ambos sabían su secreto iban a establecer límites con el asesino de sus hermanos.
"En tus manos está la sangre de inocentes"
Pensándolo mejor, él no se consideraba digno de la familia que se le había otorgado. Era un niño mucho más pequeño y débil que Mamá, si, pero debió intentarlo, debió cumplir con su deber como hermano mayor y hacer algo para evitar la masacre de cada uno si sabía lo que pasaría.
