Capítulo 21.- Pilar de la Roca

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Esa tarde los rayos del Sol se filtraban entre las hojas de los árboles, y los cazadores de esta nueva generación se dirigían al encuentro con el hombre más fuerte de aquel momento, Himejima Gyomei, Pilar de la Roca. El sonido del río a su lado izquierdo adornaba con armonía y tranquilidad la caminata acompañada de una amena conversación que se daba entre ellos.

- No siento que te haya agradecido lo suficiente por tu cuidado cuando estaba aun dormida.

- Oh, eso. No es nada, no importa.

Respondió el joven con modestia, la realidad era que se sentía apenado por que su amiga lo supiera desde que Kanae le contó.

- Gracias, de todas formas. Cuando me dormí luego de que amaneció ese día no imagine que lo haría durante dos meses. ¡Parece que realmente mi cuerpo quedó lastimado!

Comenzó a reír. Miró detrás de si con algo de preocupación. Al fondo, su compañero, Kaigaku, se miraba distraído, nervioso. Su cabello negro ocultaba su mirada al estar con la cabeza al suelo, pero no hacia falta ver su expresión ya.

- Aniki ha estado muy callado desde que salimos de la Finca Mariposa. Me tiene algo preocupado.

- A mi también. ¿Sabes? Cuando nos conocimos el era más testarudo y... Bueno, malo. Pero ha cambiado bastante, ¿no crees? Tu deberías saberlo, ya que lo conoces desde hace más tiempo.

- Mm. Sí, cambió bastante. Cuando entrenábamos con el abuelo no nos llevábamos bien, pero luego de la pelea con el demonio de las manos su trato fue distinto, empezó a aceptar mis intentos por acercarme a él. Eso me alegró mucho.

Confesó el rubio. Trataba de no hablar muy alto, ya que sabía que su hermano de armas se molestaría de oírlo decir esas cosas.

- Antes siempre tenía un sonido de disgusto en su interior, como si nunca pudiera estar feliz. Las personas tienen una caja de la felicidad en ellos, pero la de Kaigaku estaba rota.

- ¿Entonces la reparó?

- Si. No estoy seguro de cuando, pero diría que luego de la visita al Monte Natagumo. Eso me hace sentir aliviado...

Dijo, Nezuko le miró sorprendida, luego sonrió. La ponía feliz saber que su amigo era tan buena persona con todos. Y, aunque podía notar al pelinegro mal, ella sabía que al menos de momento no podría hacer nada.

- Diga lo que le diga, pregunte lo que pregunte, ambos sabemos que no nos lo dirá. Lo mejor es esperar a que el decida hacerlo.

Pensó para si misma. Luego dirigió nuevamente sus rosados ojos al chico de dorados cabellos.

- ¿Y mi sonido como es? ¿Crees que yo soy feliz?

Preguntó con la sonrisa más sincera que podía dar, tal fue su efecto que el rostro del rubio se puso rojo y su temperatura aumentó. Miro hacia otro lado algo tímido antes de contestar ganándose la curiosidad de la chica.

- Tu tienes un sonido de tristeza, pero es en el fondo, esta oculto por sobre una capa de amor y determinación... Tu sonido es... Muy lindo.

Respondió. La joven escuchó atenta sus palabras, analizando cada una de ellas hasta que terminó por decirlas. Entonces le sonrió una vez más.

- Vaya, a veces eres bueno con lo que dices. ¿Cómo es que aún no tienes novia?

- ¡O-oye! ¡No te burles de mi!

La joven le sacó la lengua en un tono juguetón antes de incrementar el ritmo y ser perseguida por su amigo. Pero había algo que el no le había dicho del todo.

- Si, tu sonido es precioso igual que tu. Pero esa caja de la felicidad en tu corazón... Se ha comenzado a agrietar...

Se dijo, preocupado por aquella persona especial para el. Alguien a quien admiraba. Detrás del todo, completamente apartado al fondo, Kaigaku se ponía a pensar en lo que pasaría una vez llegasen al encuentro con aquel hombre.

Kimetsu no Yaiba [ Inverso ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora