Capítulo 23.- Anhelo

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Esa noche me encontraba arreglando mi vestimenta, pase el sobrante de mi corbata bajo el nudo para envolverlo nuevamente en el y así dejarlo del largo adecuado para una fiesta de etiqueta.

- ¡Shirogane, cariño! ¡Ya se hace tarde!

La voz de Rei, mi supuesta «esposa» me llamaba del otro lado de la fina puerta de madera de roble de mi habitación. Las suaves luces producidas por las llamas de las velas iluminaban el lugar cuando golpee suavemente la mesa del espejo con algo de enojo.

- Y-¡Ya voy! ¡No tardo más, cariño!

Respondí manteniendo la compostura lo más que pude. Estaba irritado luego de tener una situación difícil con algunos de mis insubordinados, vaya la ironía, subordinados. Esos idiotas que llamé como «demonios» luego de crearlos existían para satisfacer mis órdenes y necesidades, y aún así no eran capaces de cumplir su única tarea. Encontrar esa estúpida flor de tonos azules, el Lirio de Araña Azul.

Luego de ajustar el cuello de mi traje y fajar mi camisa respire unos segundos para calmarme. Me miré en el espejo, apreciando mis ojos, afilados como un par de navajas de doble filo.

- Sería raro que me vieran así.

Susurre para seguido activar mi Técnica de Sangre Demoníaca y ajustar mi composición física, mis ojos se volvieron de tonos rojizos con un poco de rosa oscuro con una forma circular más natural. Esa era la misma apariencia con la que Rei me conoció hace ya varias noches bajo la lluvia que acompañaba la melancolía de una mujer que recién había perdido a su esposo.

- Sniff... ¿Por qué...? ¿Por qué nos tuviste que dejar?

El llanto de una mujer sonaba en la lejanía aun con las fuerte lluvia que caía sobre nosotros. Podía sentir las pesadas gotas sobre mis hombros, pero poco me importaba.

- ¿Se encuentra bien?

Pregunté, extendiendo el paraguas bajo mi brazo a la dama frente a mi. Esta me miró con curiosidad, sus ojos rojos, ojeras oscuras y párpados inflamados me daban a entender que sus lágrimas habían estado cayendo con la misma fuerza que el torrente de ese día. Aun así, lo tomó con cuidado dedicándome una débil sonrisa de agradecimiento antes de abrirlo y cubrir nuestras cabezas, debido a mi altura tuve que agacharme un poco para entrar dentro del área segura, haciéndola reír un poco.

- Muchas gracias... Ah... Tengo tantas cosas en que pensar. Me llamo Rei.

- Y yo soy Shirogane. Un gusto.

Me presenté con el nombre falso que usaría en mi vida con esta mujer de ese momento en adelante.

En realidad, Rei había sido marcada como mi objetivo desde mucho antes.

- El placer es mío... Me gustaría presentarme mejor, pero debo volver a casa... Yo...

- ¿Un pequeño te espera?

Pregunté dándole una mirada a la lápida, ajuste mi mirada de pesar y tristeza antes de volver a verla a ella directo a los ojos.

- Una pequeña... Pero sí, ella me espera y yo... No puedo permitirme ser débil nunca más.

- Puedes tomar el paraguas si lo quieres. No me molestará.

- Gracias.

Hermética como solo fue en ese momento, Rei caminó casi como una maquina hacia las escaleras del cementerio para salir. Sus hombros caídos y su mirada agachada denotaban un gran pesar con una enorme culpa.

- ¡Ah! ¡Rei! ¡Me encantaría volver a verte! ¡No pienses mal...! ¡Es solo que...! ¡Te pareces mucho a mi difunta esposa!

Le grité, ella me miró por unos segundos antes de sonreír por completo, unas cuantas lágrimas aún escurrían por su rostro. Pero entonces lo dijo, «sí, estaría bien...». Fue una frase corta y sutil, pero a medida que ella se alejaba pude sonreír satisfecho, el primer paso estaba hecho.

Kimetsu no Yaiba [ Inverso ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora