Orígenes

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Habían pasado meses de haber regresado, el mundo moderno era un poco complicado de entender, pero una vez lo hacías te dabas cuenta de la facilidad con la que podías hacer cientos de cosas. Adaptarse tomó su tiempo, más que nada en el ámbito de socializar pues fue educada de una manera recta para ejercer su destino como escolta por lo que ahora el poder relajarse y utilizar esas extrañas palabras que manejaban los chicos de su edad, le costaba.

Fu le ayudó mucho en todo eso, no tardó en llamarle Maestro. A pesar de que los primeros días había una notoria tensión pues _____ no evitaba culparlo de toda la desgracia, poco a poco se fue abriendo a la idea de conocerlo y darle una oportunidad, para nada se arrepintió de su decisión aprendiendo a perdonar. No pudieron repetir un suceso como el que la trajo aquí y sin el libro que ocultaba todos los secretos de las joyas, era más difícil.

El Maestro fue generoso y le dio un lugar donde vivir, así como su celular o artículos que podría usar en su vida diaria, incluso la inscribió a la escuela. Aún no comprendía cómo lo hizo pues ella no tenía papeles que manejaban en la actualidad, pero estaba hecho y no iba a indagar mucho en eso. Ambos aparentaban ser personas normales, una chica normal que vivía junto con su abuelo normal.

Actualmente se encontraba estudiando artes, después de haber pensado en alguna carrera se decidió por esa, era entretenido y realmente se encontraba retrasada en cuanto a las famosas matemáticas, que se usaban en infinidad de carreras. Lo mejor de su decisión es haber conocido a muchísimas personas, destacando su mejor amigo, Luka Couffaine. Un chico alto de cabellos negros pintados con un azul turquesa en las puntas, que le había hablado el primer día cuando la vio perdida intentando encontrar su salón, estaba segura de que le había sacado platica por pura amabilidad en lo que caminaban juntos, pero días posteriores el más alto siguió pegándose a ella admitiendo que le parecía divertida la manera en que se expresaba como si estuviera hablando con alguien del siglo pasado o incluso antepasado. No supo que decir ante aquella confesión ya que no estaba tan errado optando por decirle que venía de un pueblo tan alejado que muchas cosas eran nuevas para ella; hoy en día seguía agradeciendo haberle conocido, ayudó mucho en su adaptación al nuevo mundo por su paciencia.

Caminaba por los pasillos con pereza, como esperando a que las ganas de empezar un nuevo ciclo llegaran, se había acostumbrado en tan poco tiempo a no tener que levantarse temprano o hacer deberes que ya no quería regresar a eso.

— ¿Por qué una cara tan larga? — escuchó la conocida voz del de cabello teñido y volteó a verlo.

— No creo que alguien sea fan de levantarse a las 7 de la mañana para poder llegar a una clase de las 9.

Rieron a la par para proceder a caminar a su salón ahora con más rapidez, llegando se sentaron en su sitio habitual que estaba en medio para poder ver el pizarrón, pero no sentirse extraño al estar en frente. Todo continuaba con la tranquilidad que nunca había experimentado hace 200 años, pero ahora amaba.

No fue hasta la hora de comida que en las televisiones de la cafetería empezaron a transmitir lo que sucedía en las calles, un gigante de aparente roca estaba atacando parís, declarándolo un supervillano. Abrió sus ojos con sorpresa, eso parecía una clase de poder que ella conocía, pero no tenía sentido puesto que el prodigio que servía para ello estaba perdido. Eso lo recordaba ya que lo había vuelto a estudiar con el maestro, como intento de recuperar sus memorias.

Cancelaron las clases y pidieron a todos los estudiantes resguardarse en casa hasta nuevo aviso, se despidió con prisa de su amigo intentando darle calma antes de empezar carrera hasta su hogar.

Azotó la puerta, notando que no había nadie en casa. Rodó los ojos y bajó con rapidez a donde el maestro daba terapias, ahí lo encontró demasiado calmado para su gusto.

Nid de Chat | Chat Noir/Adrien x TnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora