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—¡VICTORIA, ESPERA!

—¡Vamos, vamos!, ¿¡cómo puedes estar tan tranquilo ahora que estamos afuera por primera vez!?

¡No confío en!-...

—"No confío en ese maldito hongo parásito" ya lo sé.
¡Ya se ha encontrado una cura, ¡así que anímate y permítete disfrutar del mundo exterior!

Jadeé cuando Victoria tomó mi mano para tirar de ella y llevarme al campo de dientes de león que se encontraba tan cerca del río. A nuestro lado corrían Bella y Luno, dándose la libertad de curiosear entre los dientes de león y luego estornudar porque las semillas les daban cosquillas en la nariz.

Observé como por un momento los ojos azules de Victoria parecían brillar con mucha más intensidad que otras veces, además de que su cabello negro y largo se movía de un lado a otro gracias al viento. Victoria se dejó caer al suelo y me tiró junto a ella, provocando que las semillas de los dientes de león que estaban bajo nosotros, salieran volando.

Llevé mi mirada hacia mi hermana, riéndome un poco de su actitud tan infantil, a lo lejos pude ver como Bella y Luno también se tiraban en las flores y comenzaban a girar y rodar de un lado a otro en un pequeño juego.

Quiero saber de dónde sacas tanta energía...

¡Ni yo lo sé!

Ambos nos reímos de manera bastante abierta, luego nos sentamos en el suelo y antes de que yo me diera cuenta, ya tenía a Victoria sentada detrás de mí para hacerme trenzas en el cabello.


Ojalá... Ojalá pudiésemos quedarnos de esta manera para siempre...

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Abrí los ojos de golpe, sintiendo mi corazón latir en mi pecho con fuerza. ¿Me había quedado dormido?

Cuando desperté por completo me di cuenta de que efectivamente, me había quedado dormido y para colmo me quedé dormido sobre la mesa y estaba siendo iluminado únicamente por una vela medio derretida. Bella estaba a mi lado frotando su cabeza contra mi mano, así que ella fue la que me despertó.

Podía escuchar como llovía intensamente afuera, hoy no tendría por qué salir a vigilar que ningún huésped les hiciese daño a los demás jinetes. También podía escuchar como tocaban la puerta de mi cabaña, ¿quién tendría ánimos de venirme a molestar tan noche y encima con esta lluvia?

Bella ronroneó suavemente para pedirme que fuera a abrir la puerta, pero solo me encogí de hombros.

—No voy a abrir...

La dragona me miró y luego parpadeó de manera dispareja ante mi respuesta.

—¿Quién se cree que es para poder venir a esta hora a tocarme la puerta y encima con lluvia? Yo no abro esa puerta. Además, solo le abres a un amigo... Y la mejor manera de sobrevivir en este mundo es estando solo, de hecho, creo que es mejor que nos vayamos de esta isla, Bella...

La dragona rodó los ojos y luego me golpeó con su cola, como si estuviese regañándome por lo que acababa de decir.
Antes de protestar, escuché una voz viniendo del otro lado de la puerta.

—¡________!, no finjas que estás dormido y ábreme la puerta por favor, ¡ambos sabemos que tus horarios de sueño están igual de jodidos que mi vida amorosa, así que por favor déjame entrar!

Ni bien escuché esa voz, me encontré a mí mismo corriendo hacia la puerta para abrirla, ni siquiera pensé en lo que estaba diciendo anteriormente, era como si mi cuerpo reaccionara por impulso propio.

☾ Efecto mariposa ☾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora