Eso no podía estar pasando. Entonces tomé una sabia decisión, ir donde el propio señor del Infierno para ver si podía hacer algo al respecto, pero mis esperanzas eran escasas.
Me levanté del suelo débilmente, ya que aquel dolor seguía presente. Me convertí en mi versión ''pacífica''. Salí de ese lugar, con aquel libro tan pesado al cual en ese momento me hubiese gustado fulminar.
Tomé mis libros de magia prohibida y aquel pesado libro y abrí mis inmensas alas y me dirigí donde se alojaba el propio gobernante del sub infierno, Adonis. Necesitaba hablar con él porque quizás me podría dar explicaciones de aquello.
Era un diablo de piel cuyo color era la sangre. Sus ojos eran dos pozos negros, asesinos y fulminantes como ningun otro. Sus cabellos negros brillantes acogían a dos poderosos cuernos rojos con su puntas bañadas en una niebla negra. Sus ropajes siempre eran negros, ya que, según decía, siempre había que ser formal aunque fuese uno de los mayores asesinos del infierno. Tenía dos poderosas alas negras y una cola afilada, la cual utilizaba para degollar y liquidar. Era un ser malévolo y todos lo temían, sabían de lo que era capaz.
Abrí las inmensas puertas donde tras ellas, se encontraba Adonis. Este me miró y guardó su espada ensangrentada de sangre demoníaca. Él era un demonio muy violento.
—¡Sham, viejo amigo!—dijo severamente. —¿Qué te trae por aquí?
—Estoy muy confundido—dije estremeciéndome un poco de dolor. Me dolía aquel dolor tan desgarrador. —Resulta que hace muy poco, el Diablo se medio burló de mí porque era el único gobernante del sub infierno que tenía elegido—dije recordando aquella conversación tan... lo que sea.
—¿Has consultado aquel libro de los elegidos?
—Si, según lo que pone, mi elegido es... es un orador que hace magia...—dije mostrandole la página del libro.
—Vaya... Eso si que es algo malo para ti—dijo pensativo. —No creo que el Diablo haya querido escribir eso para chincharte.
—Vamos Adonis, ya sabes que el Diablo es un payaso—dije pasándome la mano por el pelo, angustiado.
—Ya sabes que no puedes diferenciar entre lo que es serio y lo que no si te lo dice el Diablo—dijo cruzándose de brazos y negando un poco con la cabeza.
—Mejor le voy a dar una visita a ese hijo de pu... Al Diablo—dije algo enfadado. —Bueno te dejo que seguro que tienes trabajo por hacer.
—Si, tengo algo de trabajo, la verdad. Entonces, adiós Sham. Espero verte pronto, amigo mío—dijo poniéndome la mano en la espalda para consolarme un poco de mi enojo.
—Adios
Entonces, abrí mis alas y me esfumé de aquel lugar. La verdad me irritaba ir donde ese capullo que varias veces me había tomado el pelo, ya que yo era muy severo y muy formal.
En un instante, me encontraba en las enormes y terroríficas puertas de aquel inmenso castillo negro del Diablo.
Me abroché bien el traje y suspiré. Iba a ser un entrar y salir, o era lo que esperaba.
Empujé una de aquellas puertas y me adentré en aquel castillo.
Los pasillos eran rojos y negros, con algun cuadro feo de algun demonio de decoración. Había algún mueble que otro dispersado por todos los pasillos que recorrí. Unas antorchas iluminaban mi paso.
Después de recorrer varios pasillos, me encontré frente a una puerta la cual había abierto bastantes veces cuando iba a reunirme con el idiota del Diablo/Satanás.
En el Infierno se le puede llamar de cualquier forma al Diablo, por ejemplo, el Diablo, Satanás, el señor del Infierno, la mente malévola, el gran insensato... entre otros.
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Rage y los hechizos del mal
SpiritualUn chico junto a su hermano siendo felices en su casa perooo... Un día llegan un par de ''gente'' y arrazan con la vida de todos, menos Hazel, nuestro protagonista. Antes de que lo fueran a matar, un tipo aparece y decide cuidarlo, pero en sus tierr...