Capítulo 8

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JAEKYUNG

—Seorim, linda. Ven ayúdame a lavar verduras para la ensalada.

Seorim asintió, me miró durante unos segundos y dio un apretón a mi mano por debajo de la mesa. Entre los dos nos dábamos a entender y conocíamos tan bien a mamá que yo sabía que, si en un lapso de diez minutos no estaban de regreso, quizá yo tenía que hacer acto de presencia en la cocina e improvisar con algún truco para salvarla de la situación.

Conversé con mi padre sobre unos viejos conocidos en el hospital universitario de Seúl. Acababan de aprobarme el traslado y él todavía tenía viejos conocidos que desde su experiencia podrían asesórame, él se relacionaba bien con varios cirujanos importantes y al parecer me darían la oportunidad de escribir algún artículo que sumara puntos a mi tesis y examen profesional para la especialidad.

—Tu madre es un poco entrometida ¿Tu esposa estará bien a solas con ella? — él era bueno leyendo el ambiente. Revisé la hora, recién iban ocho minutos.

—Cada vez que nos invitan a comer, Seorim se espera algún discurso sobre ese bebé que nunca llegará.

—¡¿Qué?! — se suponía que papá era el lado relajado de la familia, se suponía que a él no tendría por qué haberle afectado la revelación de la decisión que ya teníamos como nuestra prioridad en los planes al futuro.

Seorim y yo no tendríamos hijos. Dedicaríamos toda nuestra energía en crecer profesionalmente y seríamos una pareja que viajaba por el mundo y reunía dinero para pasarla bien—. Pero... Jaekyung ¿Por qué? Entiendo que sean jóvenes. Pero... ¿Por qué no planificarlo a futuro?

—Papá. Una familia estereotípica no es sinónimo de felicidad. Estamos bien así.

—No puedo creerlo— desilusionado se pellizcó el puente de la nariz y parpadeó incrédulo.

Seorim apareció de improviso, estaba furiosa y tomó su bolso.

—¿Vienes conmigo o te quedas? Porque yo no tengo paciencia para soportar las agresiones de tu madre.

—Vamos— me disculpé con mi padre. No vi que mamá apareciera con alguna explicación.

Entramos en el auto y empecé a conducir a casa. Seorim respiraba con agitación y se mordisqueaba la uña del dedo pulgar dañando el color de la manicura que tanto cuidaba.

La miré de reojo, quise darle su espacio. Notaba lo inquieta que estaba, yo nunca me enojaba con mamá porque era cariñosa y dulce, gracias a ella tuve una buena infancia en la que recordaba sólo cosas buenas, pero siempre que tuve novia, ella podía ser algo molesta. Tenía una grandiosa habilidad para envolver a las chicas con las palabras y arruinarles el momento. Muchas veces le advertí a Seorim, le dije que no estaba obligada a nada. Le expliqué que, si algún día mi madre hacía algo ofensivo, ella sólo tenía que actuar indiferente.

—Me ha dicho que no valgo como mujer. Está decepcionada y enfadada. Habló tanta mierda que he terminado gritándole que decidimos no tener hijos. Me dio una bofetada.

Tragué duro. Los berrinches de una madre inconforme podían ser más intolerantes que los de un niño caprichoso.

Aparqué en el lugar de siempre y tomé aire.

Las manos de mi esposa temblaron entre las mías. Di lo mejor de mí para mostrarme relajado, honestamente siempre esperé que algo así sucediera.

—No estas obligada a volver a casa de mis padres. Ha sido una completa grosería.

—Tu mamá era... Ella era agradable hace un año ¿Qué fue lo que le pasó?

—Ella sólo inspeccionaba el terreno. Te lo dije.

Un par de extraños (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora