†☽-HALLOE-☾†

CAP#15 UN... ¿ALIADO?

Narrador Omnisciente

-Bien, encuentren algo que les parezca relevante entre todas estas cosas. No pasen por alto ningún detalle que nos de indicios de que es lo que ellos están tratando de ocultar- ordeno el castaño una vez todas las cosas que había en la carpa de Astrid estuvieran dispersas en el despacho de la cabaña.

Todos asintieron a la orden dada. Una rubia se sentía familiarizada con algunas cosas que lograba ver de entre el montón. Tomo entre sus manos un par de libros y los papiros de las notas que en su momento hizo. Recordaba a memoria su contenido, desde la primera en su primera semana como reclusa entre barrotes, hasta la ultima que escribió justo la noche antes del ataque. Escribía lo poco que lograba sentir y lo nuevo que descubría, aprendía mas con cada experiencia nueva en cada día que estuvo cautiva. Ella sabia que en cuanto llegara a palacio sus memorias y recuerdos vividos por el corto período de tiempo, le serian arrebatados; ahora que su propia mente se había liberado de aquel cautiverio, cada uno fluyo con la fuerza de rio. Con ellos en brazos se las tendió enfrente del castaño y le hizo una seña con la cabeza para que se acercara a revisar junto con ella. Sabia que el quería respuestas que ellas se negaba a darlas textualmente, y creía que talvez leyéndolas les serian útiles

-Estos son...- intuyo el castaño mientras hojeaba las primeras paginas de uno en sus manos.

-Mis diarios- completo la rubia junto con un nudo en la garganta.

-Yo... No debería...- se sentía fuera de lugar. El sabia de aquella manía que ella tenia por escribir, una que desarrollo después de la muerte de su padre; en un intento por sentirse mas cerca de el. Un intento que ella catalogo como ridículo y vacío, razón que su mejor amigo le negó. A el le parecía de lo mas tierno y sincero de su parte, así que, en busca de que ella encontrara su propia paz le obsequio un lugar en donde ella podría sentarse a pensar y a escribir buscando su propio desahogo. 

-Quiero enseñarte... Te debo respuestas de tantas cosas, amor. Este es mi único medio y quisiera compartirlo contigo- su ojos querían decirlo que pero su boca se negaba, su lengua se amarraba por si sola. Le sonrió sincera mientras asentía, el castaño trago seco y soltó un suspiro antes de seguir. 

Tomo el primer libro entre sus manos, temiendo por lo que valla a encontrar ahí dentro. Lo abrió en su totalidad y empezó con su lectura. No pudo evitar que un nudo de rabia se formara en su garganta. Cada que pasaba de página retenía sus ganas de echarse a llorar igual que un niño, de salir de la cabaña y buscar al infeliz que se había atrevido a hacer tal atrocidad.

Entre aquellas líneas había relatado lo que la rubia en silencio sufría. Su vista trato de encontrar a los zafiros que trataban de esconderse de su vista. La amargura acrecentaba, ellos habían roto su fuerza y su espíritu. La había roto sin remedio o remordimiento. Él estaba dispuesto a ayudarla que ella misma se encontrar de nuevo. Busco su mirada mas no la encontró, sentía que se estaba reprimiendo; cuando estuvo dispuesto a decirle su punto vista, se vio interrumpido por el rubio que llamo la atención de todos los presentes.

-Esto de aquí... Lo vi antes en unos de los libros en casa de la curandera... ¿Qué es? - en sus manos cargaba un frasco con un contenido espeso y baboso de color verde bajo, tenía algunos retazos de una planta nadando a su alrededor. Y en el centro de todo eso había un fruto. Su forma se parecía a la granada; su color cambiaba a un morado oscuro, poseía una fina piel por encima de color dorado que circulaba en movimientos armoniosos por el líquido baboso y lograba resplandecer a la luz casi asimilando al oro; tenía la misma forma redonda y estaba cortada por la mitad. Justo en esa parte en la que se separaba, unos hilos de la misma baba que la fruta dejaba escurrir, las mantenía a ambas partes unidas.

-Eso es el fruto de los dioses- respondió con simpleza, ganándose asombro por parte del castaño, la jefa defensora y el Ingerman.

-Como conseguiste esto- pregunto el rubio con verdadero asombro.