CAP#14 ENTRE HILOS

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Me levanté sudorosa con una respiración pesada. Su voz se podía escuchar de fondo diciendo palabras en mi oído como... Está bien o Estoy aquí... Estuve durante algunos segundos en blanco, con mi pecho comprimiéndose en cada movimiento, llegué hasta el punto que el miedo hizo añicos mi muralla y me desplomé a llorar sobre su pecho. Sus brazos fuertes y anchos en comparación a los míos, me envolvían hasta hacerme parecer una niña pequeña y asustada.

Pronto lo sentí caer rendido, mientras yo me negaba a siquiera cerrar los ojos para tener de nuevo recuerdo. Durante todo ese tiempo despierta las voces y quejas en mi cabeza me carcomieron viva y me obligaban a mantenerme despierta. Me tome la libertad de observarlo para lograr calmar mi ansiedad.

Su cabello era un poco más largo que la última vez que nos vimos, y como si no hubiera ya tocado su cabellera me permití hundir mis dedos en sus espesas y suaves hebras. Su nariz terminaba alzándose en la punta y sus mejillas estaban pobladas de pecas, que me hizo sonreír que alguna vez intente contarlas en esas tardes en el acantilado. Sus pestañas largas y del mismo tono que su cabello adornaban sus parpados cerrados. Mis dedos perfilaron su mandíbula con divinidad y adoración. Una lagrima gruesa que no tenía nada de triste resbalo sin tregua y consciencia por mi mejilla. Suspire al hecho de que verdaderamente estaba conmigo y me tenía entre sus brazos negándose a la idea de dejarme ir. Y como una maniática con paranoica me acosté en su pecho para escuchar su palpitar calmo y relajado. Sonreí sin evitarlo y me arrebujé más en mi lugar logrando que sus brazos me abrazaran aún más fuerte.

Su respiración me mantuvo despierta hasta que empezó el sol a asomarse, en un azulejo que llenaba el cielo. Sin querer hacerlo del todo me levanté de la cama, dejándolo descansar. Necesitaba despejar mi mente agobiada y ultrajada.

Tomé mi manta que yacía en el suelo y salí de la habitación en silencio. Cuando entré a la mía coloqué mi pechera por encima de la ropa que ya tenía puesta, tomé la pequeña capucha que tenía y salí de la cabaña.

Con la luz azul que medaba el cielo prematuro empecé a caminar sin rumbo fijo, Mis pies chocabancontra las piedras y algo de lodo en el campo. Tormenta relincho ante mipresencia y sin más me acerque a ella. Acaricie su hocico con cariño y deje un beso delicado. Abrí su caballería y tomé su brida de cuero. Se la coloque mientras que de montura puse una manta y luego tire de ella hasta salir.

Los animales a duras penas empezaban a levantarse. Camine sin rumbo viendo cómo el azul del cielo se iba, para ocupar un tono más claro con el pasar de los minutos. Mis pies me llevaban cada vez más lejos de la cabaña y está de más decir que casi fuera del clan.

Pero mi total atención se la llevó el recuerdo de la arena. Sin más me dirigí a el lugar a paso calmado. Abrí las grandes rejas y entre. Había algunos blancos en las paredes y algunos otros implementos para practicar la lucha cuerpo a cuerpo.

Tomé mi hacha y empecé a lanzarla contra los blancos.

Su voz retumbaba en ecos en mis oídos. Sabía que no estaba aquí pero aun así no podía evitar sentirme como una jodida paranoica.

Las voces se hacían cada vez más cercanas y estuve tan cerca de matar a alguien por error. Los Berserkers ya empezaban sus labores y venían a los depósitos de madera a sacar la suficiente para empezar con las reconstrucciones.

Les era casi imposible no quedarse a mirar mientras pasaban por la arena. Y no los culpaba; hace unos días aún era conocida como asesina.

Los que dormían pronto empezaban a levantarse para empezar con el pesado día que sería hoy. Los primeros rayos de luz empezaban a alumbrar la hermosa tierra.

Y a lo lejos escuché lo que sería la voz de Dagur, dando órdenes. Me sudaban las manos y sentía que pronto explotaría. Tomé mi hacha y salía de la arena tratando en lo mayor posible de no toparme con ninguno de los chicos.

†☽-HALLOE-☾†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora