Era viernes y estaba buscando a Joshua para devolverle el buzo que me prestó el día anterior. Era extraño, Joshua nunca era tan difícil de encontrar. Decidí mejor ir a clase; me tocaba con la profesora de filosofía y esa mujer me odiaba. Pasaron algunas horas y me encontré con Alan.
—Oye, Alan. —dije mientras iba hacia él.
—Cuéntame, ¿qué pasó? —dijo mientras paraba en seco. No sabía si en serio le iba a preguntar por Joshua, pero ya no sabía dónde buscar. Había asistido a clases, pero no contestaba mis mensajes; era muy extraño que Joshua no me contestara.
—¿Sabes dónde está Joshua, quizás?
—No, linda, creo que está afuera.
—Genial, muchas gracias. —Sonreí y fui al patio.
Vi a Joshua a lo lejos, sentado en la manga donde siempre. Llegué detrás de él y lo abracé.
—¡Hola!, ¿cómo estás? —dije sonriendo y le entregué el buzo.
—Hola, mocosa. —dijo dándome otro abrazo—. Estoy genial desde que llegaste, ¿y tú?
—Me alegra mucho que estés bien. ¿Dónde te escondiste?
Sonreí y miré qué era lo que él estaba haciendo.
—En ningún lado; de hecho, te busqué y por eso me quedé acá.
Nos quedamos juntos hasta que tuvimos que ir a clases.
—¿Nos vemos en el bloque de descanso?
—Claro que sí. —dijo dándome un beso en la mejilla y ayudándome a levantar para irnos cada uno a su salón.
Ese día estuve pensando mucho en lo del día anterior. Al terminar las primeras clases, fui a la biblioteca con Lucía. Olvidé que había dicho que me vería con Joshua; me puse los audífonos a todo volumen y comencé a leer con Lucía a mi lado. Estábamos dando la espalda y detrás de mí llegó Joshua, me cubrió los ojos y me giré.
—Hola, mocosa; toma.
Él sonrió y me dio mis gomitas favoritas; las de aritos son las mejores.—Ups, olvidé que nos veríamos en el bloque de descanso; mis favoritas.
Sonreí y lo abracé. Él sacó otras gomitas para Lucía, y ella se puso feliz; Lucía era adorable.—No te preocupes; sabía que estabas acá; eres un poco predecible.
Él sonrió y no pude evitar sonreír; amo su risa.
—¿Vamos al campo de la universidad? Luci se verá con alguien en un ratito —dije mirando a Lucía como se ponía un poco roja y se comía las gomitas.
—Claro, vamos.
Me ayudó a levantarme; íbamos caminando y sus lunares parecían estrellas en su piel. Sonreí tontamente. Al llegar al campo, me senté contra un arbolito que había y Joshua recostó su cabeza en mis piernas. Le empecé a molestar un poco el cabello y le hice una colita; parecía una palmera miniatura y no pude evitar reírme.
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𝓔𝓵 𝓲𝓷𝓿𝓲𝓮𝓻𝓷𝓸 𝓔𝓽𝓮𝓻𝓷𝓸
Romance¿𝙹ó𝚟𝚎𝚗𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝚙𝚛𝚎𝚙𝚊𝚛𝚊𝚝𝚘𝚛𝚒𝚊 𝚎𝚖𝚙𝚛𝚎𝚗𝚍𝚒𝚎𝚗𝚍𝚘 𝚞𝚗𝚊 𝚊𝚟𝚎𝚗𝚝𝚞𝚛𝚊? ¿𝚄𝚗 𝚎𝚗𝚊𝚖𝚘𝚛𝚊𝚖𝚒𝚎𝚗𝚝𝚘 𝚜𝚎𝚌𝚛𝚎𝚝𝚘? ¿𝙾 𝚚𝚞𝚒𝚣á𝚜... 𝚊𝚕𝚐𝚘 𝚖á𝚜? Joshua Jones, estudiante universitario, 21 años de edad, ¿un idiota? A...