cαριтυℓσ 7 - ¿Confusión?

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En el café, Tomás y yo empezamos a hablar, mientras Lucía se tomaba su café; parecía una niña chiquita.

—Entonces, ¿te gusta Joshua? —dijo con una mirada pícara y una sonrisa.

—No le gusta, le encanta —interrumpió Lucía.

—Bueno, ¿ustedes dos están en mi contra o qué? No digan tonterías, ¡nos odiamos! —dije enojada.

—Vamos, Alice, te brillan los ojos cuando mencionan su nombre —dijo Lucía riendo.

—¡Claro que no, Lucía! ¿Estás loca o alucinando?

—Sí, amas a Jones y se ve que él a ti. Acéptalo —dijeron Tomás y Lucía riendo.

—A ver, ¿y ustedes de dónde sacan que me gusta o le gustó?

—¿Has visto cómo se puso cuando te vio conmigo? ¿Cómo te mira? ¿Cómo se pone cuando hablamos? ¡Niña ciega! —dijo Tomás.

—Seguramente no me estaba mirando a mí.

—Vale, como digas, enana.

Terminamos de tomar el café. Lucía se quedó mirándonos, observando el chisme, y Tomás nos llevó a mi casa.

—Chao, Tomi. Nos vemos mañana, ¿vale?

—Chau, princesa y chismosa —rió refiriéndose a Lucía.

Me quedé pensando en lo que hablé con Tomás y Lucía; tienen algo de razón. Me gusta todo de Joshua, pero lo odio demasiado. Es un idiota, pero sus lindos ojos cafés, su cabello negro ondulado... ¿Qué estoy pensando? Es una estupidez pensar en él.

Ese día Lucía y yo hicimos una pijamada. Compramos dulces y pusimos Harry Potter. Nos acostamos algo tarde y hablamos de lo que sucedió ese día.

—Luci, ¿tú en serio crees que él no sé… guste de mí? —le pregunté mientras comía gomitas.

—¿En serio, Alice? Tú no te das cuenta de nada, ¿verdad? —dijo mirándome mal.

—¿Por qué lo dices? —hice pucheros.

—Dios, Alice, él pasa siempre por la biblioteca para verte. Pero tú lo ignoras. Él fue el que nos dijo que ustedes dos deberían estar juntos en pareja en el viaje. Te mira con celos cada vez que estás con Tomás. ¿No te parece suficiente?

La verdad es que no lo había pensado así; Jones siempre me trataba mal y era cortante.

—Claro, no lo había considerado así.

—Vamos a dormir, Alice. No lo sobrepienses, ¿sí?

Acepté y nos acostamos a dormir. Me era muy difícil no pensar en lo que me habían dicho y en que quizá sí tenían razón.

𝓔𝓵 𝓲𝓷𝓿𝓲𝓮𝓻𝓷𝓸 𝓔𝓽𝓮𝓻𝓷𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora