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—Así que además de atleta, bailarina y cantante, ¿eres repostera?

—Mmm, si para ti ser repostera significa saber hacer brownies de cajita... sí, lo soy — Rió mientras media leche en una taza.

—¿Entonces me invitaste a tu casa a hacer brownies de cajita? — Sonrió y se acercó a la rubia — Bonito delantal.

—Mmh...No lo veas — Soltó una risita avergonzada — ¿Me vas a ayudar? Mmm, depende. ¿Con qué me vas a pagar? — Bromeó.

—¿No te parece suficiente comer brownies de cajita con tu mejor amiga? —  Hizo un puchero mientras precalentaba el horno.

—De acuerdo, me convenciste.

Asa ayudó a Haram a terminar de hacer los brownies de cajita mientras platicaban y hacían algunas bromas. Después de meter al horno los brownies, la pelinegra comenzó a recoger los ingredientes, pero Haram tenía otros planes.

—Asa, ¿que ves aquí? Creo que hay algo en la harina — Se acercó, señalando el saco de harina.

La pelinegra, ingenua, se acercó a ver.

—¿De qué hablas?

—Creo que es un insecto.

—Yo no veo nada — Se concentró en buscar algo en la harina, hasta que Haram sopló el saco, llenando el rostro de la otra de blanca harina.

—¡Ay! Eres una inmadura — Se molestó y rápidamente lanzó un puñado de harina a su sedoso y brillante cabello negro.

Ambas rieron por la apariencia de la otra, pero Haram no se iba a quedar así.

—¿Así vamos a jugar? — Tomó un poco del polvo de chocolate que había sobrado y lo lanzó nuevamente sobre su rostro.

—Shin Haram, vas a morir.

Así es como comenzó una guerra de
ingredientes entre ambas chicas, terminando de pies a cabeza bañadas en harina, azúcar glass y chocolate en polvo.

—Haram, ¿ya terminaste los brow... — Entró a la escena el padre de la
Rubia, viendo el desastre que había en su cocina, llevándose la palma de la mano a la frente — No saldrás de aqui hasta que quede impecable mi cocina, Haram. Voy a la tienda —Salió de la cocina para después salir de su casa.

Ambas quedaron estáticas, mientras Asa se ponía roja hasta las orejas. Haram comenzó a soltar una carcajada, seguida unos segundos
después por una avergonzada rubia.

—¿Te parece muy gracioso,
grandísima idiota? Tu papá me va a odiar ahora — Rió mientras se acercaba a la escoba para comenzar a limpiar el piso. — Ven aquí y ayúdame con esto.

—Lo siento, te ves graciosa llena de harina, y además todo roja — Se acercó a ella para quitarle la escoba y dejarla a un lado — Además de graciosa también te ves muy linda, yo me encargo de eso luego.

Asa creía que no podía estar más sonrojada, hasta que Haram abrió la boca para decirle linda de la nada.

—Asa, ¿crees que si nos besamos, el beso tenga sabor a brownies de cajita?— Le preguntó con una sonrisa mientras se acercaba a la pelinegra y le quitaba algunos cabellos de la cara.

—Hm...N-no lo sé — Su mente le decía que se alejara de la pelinegra,
pero algo la mantenía ahí estática, observando lo graciosa, pero adorable, que se veía Haram con la cara llena de chocolate.

A decir verdad ninguna de las dos estaba pensando demasiado, y la pelinegra ni siquiera se dió cuenta cuando ya tenía los ojos entrecerrados, estando tan cerca del rostro de Haram que se mezclaban sus alientos, creando un ambiente cálido a su alrededor.

Su mente se apagó en el momento en el que sintió unos suaves y cálidos
labios sobre los suyos. Tan solo fue un pequeño roce, una leve presión.

Le sorprendía el hecho de que no
quería alejarse, aunque no quisiera admitirlo, pero se sentía bien.

Haram se alejó después de pocos
segundos. Pasó su lengua por sus
propios labios para después sonreir..

—Sip, sabe a brownies de cajita, y tus mejillas son la cereza

Bluch (Asarami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora