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—Asa. Despierta... - Hablaba Haram despacito, mientras sobaba lentamente la espalda de Asa.

—Mhn... — Se quejó la pelinegra entre sueños y frunció ligeramente el ceño.

—Ya es tarde, vamos, arriba — Sacudió un poco el hombro de Asa y así logró que la pelinegra abriera sus ojitos entre quejas.

—Mmm...¿Qué hora es? — Preguntó mientras tallaba sus ojos y se estiraba un poco.

—Son las tres de la tarde, te puedo acompañar a casa. Si quieres — Y fue en ese momento cuando Asa notó que estaba conversando con la chica que había estado tratando de evitar toda la mañana, así que no pudo evitar sentirse un poco nerviosa.

—Uhm...n-no es necesario, Haram... — Comenzó a cerrar sus cuadernos y a guardar sus cosas en su mochila, dispuesta a terminar esa situación lo más pronto posible.

—Mmh, ya veo — La mayor ayudó a guardar sus lapices en su estuchera y se la entregó después a la pelinegra

Asa le agradeció y terminó de guardar sus cosas, estaba a punto levantarse, sin embargo, Haram se lo impidió tomándola suavemente del brazo.

—Asa, espera — Se acercó un poco más a la pelinegra mientras sonreía un poco.

Asa estaba tan nerviosa por la cercanía de la mayor, que ni siquiera se le ocurría una frase para responder. Haram solo veía su carita con una expresión intranquila, así que decidió acariciar ligeramente su brazo en un intento de tranquilizarla.

—No te voy a comer, Asa Tranquila... — Rió ligeramente mientras la pelinegra dejaba su expresión de miedo por una pequeña pero linda sonrisa.

Le gustaba mucho ver los ojos de Haram, brillantes y adorables, su sonrisa y los pequeños hoyuelos en sus mejillas. Y eso la hacía sonreír, a veces pensaba que Haram era muy
bonita, pero no se lo diría.

Estaba tan concentrada en las facciones de la contraria que ni siquiera notó cuando se había acercado aún mas, tomándola por sorpresa cuando juntó sus labios por una fracción de segundo.

Asa se sintió avergonzada de un momento a otro, y sus mejillas que comenzaban a teñirse de rojo la delataron.

Inmediatamente tomó un libro que estaba en la mesa de la biblioteca y lo abrió fingiendo leerlo, solo para
ocultar su sonrojo.

—Tonta...— Dijo bajito, un poco
molesta porque nuevamente la mayor le había hecho sonrojar.

Haram rió y volvió a acercarse a la pelinegra — Asa... ¿Te gusto? —Preguntó con un poco de miedo.

—N-no... — La rubia hizo un puchero y bajó el libro que Asa tenía entre sus manos, para que la mirara a los ojos.
Y no pudo evitar sonreír al ver a la
pelinegra con las mejillas rojitas. Tampoco pudo evitar darle otro corto besito en los labios, y dos, tres, hasta cuatro más.

Asa no volvió a esconderse en su libro, porque de alguna manera se sentía hipnotizada por los labios de Haram

- Asa...¿Te gusto? - Volvió a preguntar, esta vez un poco más segura.

- Me gustan t-tus labios.... —Mencionó antes de inclinarse para regalarle un beso exactamente igual a los que había estado recibiendo momentos atrás.

No era la respuesta a su pregunta, pero Haram se sentía bastante satisfecha con eso.

Bluch (Asarami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora