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Los ojos de Asa se abrieron pesadamente a la mitad de la noche, estaba somnolienta, pero igualmente sedienta. Se levantó de su cama y se dirigió hacia la cocina, bebió tranquilamente un vaso de agua y se dirigió nuevamente hacia su habitación. Sin embargo se detuvo en el living al notar un bulto en el sofá, recordó que Haram se había quedado a dormir en su casa.

Se acercó sigilosamente a la mayor y se agachó frente al sofá, para quedar a la altura de su rostro. Se apoyó en el mueble, sintiendo la dura e incomoda superficie.

—¿En serio te he hecho dormir aquí? — Hizo una mueca y observó el sereno rostro de Haram, y suspiró —Lo siento — Se disculpó sincera, a la nada, pues la rubia seguía dormida. Una linda sensación se instaló en el pecho de la pelinegra al observar a la chica fruncir el ceño entre sueños.

—A veces me confundes tanto... —Susurró — No es lindo sentir como si el corazón fuera a salir de mi pecho, ¿entiendes? Tonta.

Acarició el claro cabello de Haram mientras su mano libre recorría las facciones de esta, hasta llegar a sus labios.

—Me gustan tus labios, quisiera que
los míos fueran así de lindos — Con su pulgar comenzó a acariciar y jugar delicadamente con el labio inferior de Haram. Sabía que la mencionado tenía el sueño bastante pesado — Despierta, te dejaré dormir en mi habitación — Sacudió suavemente el cuerpo de Haram — Ya despierta, tonta — Pellizcó el abdomen — Amanecerás con dolor de espalda si no te levantas — Tiró un poco del cabello — ¿Estás muerta o algo así? ¡Rami! - Sin embargo la rubia parecía no reaccionar - ¿No pretenderás que te cargue, cierto? — Sin embargo hizo el intento, abrazó el torso de la rubia e intentó levantarla, sin embargo era inútil, debía pesar al menos cinco kilos mas que ella — ¿Comes piedras acaso? —La soltó.

Asa se acercó al rostro de la mayor y plantó un beso en su mejilla — Oye, eres demasiado joven para morir! — Observó por unos momentos los ojos cerrados de la más alta y se acercó a su oido — Unnie, despierta... —Susurró.

Escuchó una risita ahogada como
respuesta.

—¿Qué?

—Lo siento Asa, estoy despierta desde que tocaste mi boca — Dijo riendo. Las mejillas de la pelinegra se encendieron fuertemente y se sintió sin oxígeno por un momento. Haram sintió el impulso de acariciarla, y así lo hizo.

Asa se detuvo a pensarlo un poco, y pudo volver a respirar al saber que Haram no había escuchado lo que dijo antes.

—¡E-estúpida! ¡Puedes ir y dormir con los vagabundos! — En realidad no estaba enojada, pero estaba demasiado avergonzada como para si quiera verla a la cara. Relajó su expresión y se levantó — Lo siento, te dejaré espacio en mi cama — Murmuró con la mirada baja y corrió a su habitación, dejando a una rubia confundida y con una gran sonrisa en el rostro.

Bluch (Asarami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora