Todo arreglado

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Subí a la cama completamente decepcionada y dolida. Él no era nadie para hablarme así, con desprecio, como si fuera una cualquiera que pasa cada noche con un tío. Pero de todos modos, ¿y qué si era así? Era cosa mía y solamente mía.
A la mañana siguiente oí como mi compañera de habitación se iba pero yo me quedé. No me apetecía bajar, no quería ver a Isaac. Puede que mi plan hubiera funcionado si Hugo no hubiera subido a "despertarme".

-Buenos días marmota.

Intenté disimular y me hice la dormida hasta que sentí sus labios.

-Me gusta este buenos días

Él sonrió y se metió a la cama conmigo. Estaba sonriente de una forma incluso contagiosa.

-Hoy nos espera un gran día señorita

-¿Hay algún plan hecho?

-Sí, vamos a ir a echar un partido a un pabellón de aquí cerca que hemos reservado por la tarde.

-Pues yo no he traído nada para jugar.

-Tú no, pero Isaac se encargó de que lo cogiera tu hermano. Era una sorpresa. Y ahora venga, vamos a desayunar.

Se levantó de la cama y extendió su mano para ayudarme a que me levantara.

-Mucha energía tienes tú desde por la mañana.

-Hoy soy feliz, venga, vamos.

Bajamos a desayunar y me senté al lado de María.

-Nadie diría que has estado hasta las 12 durmiendo con las ojeras que tienes.

-He dormido fatal pero da igual

-¿Noche muy loca con Hugo?

-En lo de noche loca sí, pero no por Hugo. Aunque da igual ¿Qué es eso del partido?

-Bueno tenemos una amiga que vive cerca y ha reservado pista en el pabellón local.

-Espero que mi hermano me haya traido algo decente para jugar...

Desayunamos y luego todos fueron a vestirse. Dylan me dió una mochila. La abrí y saqué las playeras, los calcetines, las rodilleras, el culote... ¿¡Pero la camiseta!? Estaba ya medio vestida con una sudadera cuando entro Hugo.

-¿Estás lista?

-Tengo un pequeño problema

-¿Problema? ¿Cuál?

-Mi hermano no me ha metido camiseta.

-¡Eso no es un problema! Toma.

Se quitó su camiseta que era de la selección con su número y su apellido. En ese momento me ruboricé, su cuerpo parecía perfectamente esculpido. Sus abdominales, sus brazos, su torso en resumidas cuentas era sencillamente digno de admiración.

-Tampoco soy para tanto.

-¿Qué?

-Te has puesto roja. Es tierno la verdad.

Puso mis manos en su espalda y sentí su cuerpo tan cálido cuando golpearon la puerta que estaba abierta.

-Nos vamos ya, me ha mandado Isaac a avisaros.

-Gracias Diego.

Me besó y se fue a su cuarto a buscar otra camiseta. Mientras, yo me puse la suya. No pude evitar olerla, olía a él y me encantaba. Cuando bajamos abajo Isaac estaba esperándonos.

-Vamos, los otros ya han salido en el otro coche.

Miró de forma tensa a Hugo pero este le miró de la misma forma. Fue un trayecto incómodo. Menos mal que el partido mereció la pena. Jugué con María, Diego y Isaac. Yo me dedicaba a defender y recibir porque no podía igualar a ninguno de mis compañeros de equipo como atacante. Ganamos un intenso pero divertidísimo 3-2. Estábamos muy igualados pero acabamos ganando porque fallamos menos.
Me quedé fascinada del toque de dedos de Cassandra. Me caía fatal pero jugaba como los ángeles.

Princesa en la pistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora