Tirando a los dardos

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Acabamos de cenar y estaba mucho más cómoda de lo que esperaba, ese chaval era super simpático. Se le veía en los ojos que era buena persona, su forma de hablar, mirarle sonreír...

 Estaba muy agusto con él y sentía que él lo estaba conmigo. Salimos y fuimos camino a las fiestas de nuevo. Me gustaba cuando era de noche para pasear, en verano las noches eran perfectas sobre todo porque la temperatura era perfecta.

-¡Mira! ¡Es un minion!

Dije señalando a un muñeco que colgaba de un puesto de dardos.

-¿Te gustan?

-Claro, son super cuquis.-el rió cuando acabé la frase-. ¿Por qué te ríes?

-Pues porque me gusta cuando te pones así, como una niña pequeña entusiasmada el día de Navidad. Me parece adorable.

-Yo no soy como una niña pequeña

No pude evitar hacer un puchero pero me di cuenta de que era eso exactamente a lo que se refería y rió fuertemente. Golpee a modo puñetazo su brazo.

-Au! Eso ha dolido.

-Eso es por reírte de mi

-Yo no me río de ti, me río contigo

-No, eres malo conmigo y te ríes de mi.

-Venga, que sabes que es broma. Te saco un minion si dejas de estar enfadada conmigo.

-Trato hecho.

Estire la mano y me dió un apretón de manos. Ambos reímos se me hacía raro estar tanto tiempo sola con un chico pero no quería pensarlo mucho más. Miré como el chico iba explotando cada uno de los tres globos y el señor del puesto toco una campanilla. Me dió el minion y yo ya no pude dejar de sonreír.

-Muchas gracias Asier.

-No es nada mujer, pero ahora me gustaria hacer una cosa.

-¿El qué?

-Déjame enseñarte a tirar a los dardos.

-No, no, no que yo soy muy pato a estas cosas.

-A partir de hoy no lo serás.

-Vaya cosas me haces hacer.

Puse la moneda en la mesa  y un chico joven la cogió y me guiñó un ojo.  No esperé a ver la reacción de Isaac y me precipité a tirar. Uno fue a la parte baja del panel donde había un mini muñeco de un perro, el otro fue a la parte superior donde había una bufanda de un equipo de fútbol y el otro me negué a tirarlo.

-¿No lo ves?

-Soy una manta.

-Es porque lo haces sin cabeza. 

Esta vez fue él quien puso la moneda.

-Ven

Me movió y se puso detrás mío. Acompañó mi mano envolviendola cogiendo el dardo. No estaba cómoda para nada había demasiado contacto y no le veía la utilidad. De pronto oí a alguien toser a mi lado.

-¿Interrumpo?

Mierda, era Dylan con su grupito de amigotes ¿Existe algo peor que tanto tío junto haciéndose el machito? Obvio, no

-Me está enseñando a lanzar los dardos.

Dylan y Asier se miraron fijamente, se conocían habían jugado juntos y desconocía si seguían jugando juntos pero empezaba a ser demasiado incómoda la situación.

-Luego te llamo que ahora vamos a dar una vuelta.

-¿Por qué? Podeís venir con nosotros si quereís que nos conocemos todos.

Princesa en la pistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora