Capítulo 39: Una Navidad especial

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"Frente a la chimenea nos vamos a enamorar, oyendo villancicos mientras comienza a nevar. Luego en la Noche Buena, abrazados tú y yo, veremos las estrellas, compartiendo una ilusión. La ternura que hay en ti, me acariciará y al final podré vivir la más bella Navidad..."

-Frente a la chimenea/Luis Miguel

Viernes 15 de dic del 2023, Chicago, Illinois, 06:00 p.m.

Marissa

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Marissa

Casi a finales de noviembre, se presentó una situación que hizo que la dinámica familiar que había prevalecido durante el año sufrió un cambio inesperado.

La hermana mayor de mi madre que vivía en San Francisco, necesitaba apoyo urgente. Aunque no nos brindaron muchos detalles, estaba claro que se trataba de un asunto familiar delicado, algo que requería la presencia de mi mamá y mis hermanos y sin tiempo que perder, mi madre comenzó a planear el viaje para estar con ella durante las fiestas.

Por mi parte, no podía acompañarlos. Mi compromiso con el proyecto de la colección, que ya había entrado en una etapa crucial al iniciar el mes, me lo impidió y algo que tuve que hacer de inmediato fue tranquilizar a mamá cuando expresó su preocupación por dejarme sola, asegurándole que estaría bien y que pasaría la Navidad con Abril, así que ambas nos aseguramos de que estaríamos al tanto de cualquier novedad, especialmente relacionada con Abel y el problema en el que nos había metido.

En ese momento, no les mencioné lo que sabía de él, prefiriendo esperar hasta que volvieran para no arruinarnos las fiestas. La orden de detención que existía contra él por los cargos de violencia hacia mi madre me daba cierta tranquilidad y hasta ese momento, no había forma de que supiera que mi familia estaría fuera de la ciudad, y mucho menos, de que pudiera acercarse a nosotros.

Una vez que mi familia salió de la cuidad y Oscar se enteró de que pasaría las fiestas sin ellos, fue él quien propuso que compartiéramos juntos esos días. Su invitación llegó en el momento indicado y justo cuando más la necesitaba, como un bálsamo, algo tan natural y considerado que no pude rechazar. Sobre todo, porque ya le había contado lo importante que era para mí compartir esos días especiales con personas que amaba.

Y así fue como, unos días antes de Navidad, terminé en el departamento de Pedro con él, Oscar y Abril, listos para sumergirnos en un ambiente navideño lleno de risas, luces y... caos.

Esa tarde de diciembre traía consigo una sensación de calma invernal que hacía tiempo no sentía. Afuera, las calles de la ciudad comenzaban a cubrirse con un manto suave de nieve que caía de forma lenta, como si el cielo estuviera decorando el mundo a su propio ritmo. Los árboles desnudos por la temporada, se vestían con un delicado velo blanco, y las luces cálidas de las ventanas de los edificios cercanos resaltaban entre los colores limpios del invierno que ya se avecinaba, parpadeando como pequeñas estrellas terrestres.

Siempre había disfrutado de esta temporada, desde mi niñez; incluso desde que el otoño llegaba, ya era mi momento favorito del año y ahora, no era diferente. Amaba el frío por las tardes, el viento helado soplando entre las ramas de los árboles que te hacía soltar vapor al dejar escapar suspiros; me encantaban las calles decoradas, las luces en los balcones de las casas, el ambiente que se creaba al sentir la llegada de una época tan especial y todo lo que tuviera que ver con ella: la cercanía con los seres queridos, los obsequios, los días libres, tazas de chocolate y café caliente, comida reconfortante... Todo era maravilloso.

¡Amor de-sastre! (Oscar Isaac y tú) [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora