XXII (Final)

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Oscar

Mis puertas y ventanas estaban cerradas. Arthur y yo habíamos movido los muebles que no llevaríamos con nosotros para bloquear las puertas, en caso de que alguien se las arreglara para forzar la cerradura. Era mi día, y estaba decidido a levantarme como yo quería. En el par de meses pasados, había sido bombardeado con planes de boda. Esos Pérez-Verstappen no hacían nada a medias, así que terminé envuelto en una descomunal cantidad de decisiones para tomar.

Afortunadamente, tenía a Logan. Él estaba ahora de vuelta en la Universidad, pero hacía visitas frecuentes para lavar su ropa, meterse conmigo, pelear y besuquearse con Liam. Fue él quien trajo nuestro brillante sistema de toma de decisiones. Dardos.

Podía elegir las opciones que me gustaban, él las colocaba aleatoriamente en un pizarrón de corcho, y nos turnábamos para arrojar los dardos. Donde quiera que aterrizara, se lo hacía saber a la familia. Se impresionaron con mis habilidades para elegir rápidamente, hasta que descubrieron cómo lo había hecho.

Solo hubo tres cosas que elegí: los colores, el pastel, y al novio. Para todo lo demás, busqué la ayuda de otros. Max me ayudó con la locación, Jules me ayudó a encontrar el vestido perfecto, y Charles supervisó a los hombres con sus tareas. Él tenía el trabajo más pesado.

Había estado en incontables pruebas, fiestas y despedidas. Lando y yo trabajamos juntos para tener su casa lista para que Arthur y yo nos mudáramos junto con Merlin y el maldito gato. También tuvimos que mover la casa del árbol. No había manera de que la dejáramos atrás. Todo estaba listo y planeado. Todo lo que tenía que hacer era vestirme y decir "Acepto".

Rodeé sobre mi costado y abrí mis ojos, solo para encontrar un par de pequeños pies. Arthur y yo tuvimos nuestra última noche para nosotros dos solos, así que jugué juegos casuales con él hasta que se pasó a mi cama. Aparentemente, se había girado en algún momento de la noche. Bajé la mano y cosquilleé ligeramente la parte de debajo de sus pies para despertarlo.

Sus risitas adormiladas alcanzaron mis oídos, así que me bajé y lo jalé para voltearlo y poder verlo.


-Necesitamos levantarnos y ponernos en marcha. Si vamos a ser parte de los Pérez-Verstappen, tenemos que aprender a estar a tiempo para las cosas.

-Necesito algo de café - Dijo Arthur, estirando sus brazos sobre su cabeza.

-Tú no bebes café - Contesté, haciéndole cosquillas otra vez. Bajó sus manos, como un intento de bloquearme.

-De acuerdo, de acuerdo, tomaré jugo.

-¿Tienes todo empacado? - Pregunté. Él, Maximilian y Luisinha iban a pasar la semana con sus abuelos, mientras Lando y yo nos íbamos a nuestra Luna de Miel.

-Sí, Capitán - Contestó. Me senté.

-Entonces, pongámonos en marcha, chico.


Cepillamos nuestros dientes y tomamos algunas cosas que no habíamos llevado a casa de Lando. No íbamos a vivir en esta casa nunca más, pero podíamos seguirla visitando.

Alegando que le había gustado el vecindario, Mick la había comprado con todo y los muebles que no me iba a llevar. Le deseé suerte. Esas personas estaban locas. De hecho, probablemente él iba a encajar muy bien.

Aparqué afuera de la casa de Carlos. No estaba permitido que entrara ya que Lando estaba ahí, así que le envié a Carlos un mensaje de texto para hacerle saber que había llegado. Salió en poco tiempo con Luisinha en sus brazos.

Me incliné y besé a Arthur en la mejilla.


-Sé bueno. Te veré en la boda - Él sonrió.

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