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Lando

Las audiciones para entrar a los equipos de rugby fueron siempre un gran acontecimiento en mi vida. Todos; Carlos, Daniel y yo, jugamos cuando éramos niños, y ahora usábamos la empresa familiar, Construcciones Norris, para patrocinar al equipo. 

Carlos era el entrenador, pero él siempre se las arreglaba para encontrarnos a Daniel y a mí, algo en lo pudiéramos ayudar de una manera u otra. Jules y Charles siempre han diseñado los uniformes, mientras que Checo y Max proporcionan bocadillos para los juegos y prácticas. Tan pronto como mi Maximilian fue lo suficientemente grande, se unió a la liga y se convirtió en un fanático tan grande como cualquiera de nosotros. No creí que pudiera ser mejor.

Estaba equivocado.

Vi a Oscar caminar hacia Carlos con Luisinha montada en su espalda.


-Disculpe, grandote - Carlos se dio la vuelta con su sonrisa tonta favorita.

-¿Sí, Sr. Piastri?

-Soy nuevo en estas cosas de "Papá Deportivo", pero ese chico simplemente se estrelló contra mi hijo. Ahora bien, como su encantador padre aplaudió y celebró como un desquiciado, ¿Está bien si lo tacleo para mantener las cosas a mano? - Le preguntó casualmente.

-Demonios, sí - Contestó. Oscar asintió con la cabeza. 

-Sostén a tu sobrina por un segundo - Oh oh. Corrí hacia él para detenerle, pero Carlos agarró mi hombro. 

-¡Muppet, se va a afrentar al doloroso Mazepin! Si haces algún movimiento para detenerlo, voy a patearte el culo - No era que creyera que él no podría manejarlo, pero yo tenía esa irracional necesidad de protegerle.

-Dijiste una mala palabra - Dijo Luisinha.

-Le debes una libra - Le dije a Carlos. Me miró como si estuviera loco - Culpa a Piastri. Él les da una libra cada vez que se le escapa una palabra así. Ahora ellos, lo esperan de todos - Me encogí de hombros.

-Bueno, demonios Luisa. Aquí hay tienes veinte para todo el día - Respondió él, sacando el billete de su bolsillo. Ella lo besó en la mejilla. 

-Gracias, tío Cal.


Ambos vimos como Oscar caminaba casualmente por el campo. Nikita Mazepin estaba en la orilla, animando cada vez que el diablo de un hijo se estrellaba contra uno de los niños más pequeños. Él era incluso lo suficientemente malo como para reír si uno de los pobre niños lloraba. No pude evitar sonreír con anticipación. De repente Oscar corrió hacia él, chocando contra el tipo con tal fuerza que ambos golpearon el suelo. Sólo Oscar se levantó. 


-Anima esa, imbécil.


Estoy seguro de que Oscar habría tenido más aplausos si todo el mundo no hubiera estado en shock. Bueno, todo el mundo, excepto Carlos


-¡Sí! ¡Eso es de lo que estoy hablando, bebé! - Algunos de los otros espectadores aplaudieron entonces, incluyéndome a mí. 


Cuando Oscar se dio cuenta de todo el mundo lo estaba mirando a él, un hermoso sonrojo se extendió a través de sus mejillas y se escabulló entre la multitud. Tuve que ir detrás de él. No podía permitirme el perderme una reacción como aquella. No cuando él difícilmente mostraba alguna expresión.

Lo encontré apoyado en su camioneta en el estacionamiento, cubriéndose el rostro. 


-¿Pensando en audicionar para el equipo, Piastri? - Él soltó un ligero sonido desde la garganta y me miró. 

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