La comida

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Debo confesar que la invitación me ilusionó demasiado. No me importaba hablar de nada, solo estar con ella. Así que finalicé mí tarea, apagué la computadora y salí corriendo por la puerta principal. Ella estaba esperando en la parada del ómnibus indicando su reloj, decía que ya era tarde.

En el transporte solo eran risas por una compañera que contaba sobre las prácticas sexuales con su marido. Las carcajadas también venían de Freen, era extraño verla reír de ese modo. Aunque yo ya me estaba acostumbrando a su risa y sus actos en público. Nos despedimos de la compañera, nos dirigimos a un restaurante y pedimos un menú sencillo. Acompañamos la comida con un vino dulce y agradable al paladar que acompañó la porción de carne y papas asadas.

Pasamos dos horas comiendo, bebiendo y hablando de distintos temas. Estar con ella me hacía sentir muy bien. Mientras ella relata alguna historia sobre su vida, yo pensaba si podría ser parte de esa vida. De cualquier modo, quería ser importante para ella.

- La comida estuvo rica ¿Si vamos a tu bar favorito?

- Mmm, no lo sé. Realmente me tengo que ir temprano.

- Tal vez media hora.

- Si me querés invitar, está bien, vamos.

- Entonces vamos. Voy a pedir la cerveza que más te gusta.

- Ja, ja solo una y me voy a mí casa.

Las mezclas entre vino y cerveza no son buenas pero nos arriesgamos a los daños colaterales. Llegamos al bar y pedí cerveza favorita de Freen. Ella solo sonrió por mí rapidez. Junto al snack continuamos con la conversación, pasamos de temas muy serios hasta estupideces que se dicen sin pensar. Pedimos una ronda más y nuestra charla se hacía más íntima.

- ¿Hace cuánto que no tienes pareja?

- ¿Quién dijo que no?

- Siempre estás de fiesta, es obvio que no tienes.

- Que me guste compartir con mis amigas no quiere decir que sea irresponsable.

- Claro y también, infiel.

-¿Qué? Yo no soy infiel. Por el contrario, soy muy sentimental, tengo el corazón de un pollito.

- Ja, ja, ja un pollito borracho.

- No, un pollito muy sentimental. Lo que pasa es que las personas se confunden. En eso, no hay culpa que sea mía.

- Entonces, ilusionas a las personas y luego las desechas.

- No dije eso, solo que las personas se confunden.

- ¿Las mujeres se confunden?

- Creo que sí, yo no hago nada más que existir.

- Ja, ja, ilusa y agrandada. Me hace reír tu confianza.

- Por lo menos no sufro de frío intenso.

- No soy fría, cuando me conozcas los vas a saber. Soy muy leal.

- No lo sé, la última vez...

- ¿Qué pasó la última vez? Esa noche me hiciste una escena, apagué el móvil porque estaba en el velorio de un amigo. Me llamaste como diez veces. Si así te pones con una amiga, no me quiero imaginar si tenés pareja.

- Emm. En mí interior pensaba ¿Qué dice? Si la celosa fue ella al ver qué Mind se sentaba muy cerca de mí. Además creo que no recuerda que antes de irse me permitió tomar una foto utilizando la pared como apoyo de su baile sensual. Y no tomé una, sino tres fotos. Aquel día me acuso de compartir esas fotos con los compañeros de trabajo y se fue.

- Sin duda, eres una persona muy tóxica.

- No, no es así. No me culpes por dejarme sola y llorando.

- ¿Llorando?

- Sí. Recordé el momento y me dió más impotencia. Estaba juzgando mis actos. Mis llamadas solo fueron consecuencia de su loca despedida. Fue cruel y no lo admite.

- ¡Qué sensible!

- Lo soy. Lastimó mí corazón y no lo admitirá jamás.

- Te llegó un mensaje. Te están nombrando en el grupo.

- No quiero ver el mensaje.

- Parece que es importante, te nombraron otra vez.

Su reloj no paraba de iluminarse con cada notificación. Tuve que entrar al chat y descubrir que me pedían asistir, con urgencia, a una cliente con problemas.

- Bueno, tengo que ir a casa. La reunión es importante y están pidiendo tu ayuda.

- Dejé todo organizado, no entiendo porqué vuelven a llamar. Nadie confirmó, no iré.

- Tendrás que o te van a echar.

- No, hoy es viernes y estoy aquí contigo, no quiero ir y odio a todos.

- No lo sé, yo me tengo que ir. No digas que no vas a ir si te gusta obedecer las órdenes.

Freen se levantó, tomó sus pertenencias y salió del bar. Tuve que apurar el paso para alcanzarla en la esquina.

- ¿Me ibas a dejar sola? ¿Otra vez?

- No, estás indecisa y yo no tengo tiempo.

Caminamos y nos despedimos con un beso en la mejilla cerca de la parada del transporte público.

Freen Is Daddy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora