¿Qué hacemos hoy?

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Estaba concentrada en mi tarea. Noté que Freen no se encontraba en su cubilo. Bajé para ir al sanitario y la encontré en el pasillo.

- Hola.

- Hola. ¿Estás huyendo?

- Bajé al buffet. ¿Vamos a tomar sol?

- En la puerta principal hay sol.

- ¿Cómo estás?

- Bien, intentando sobrevivir en este ambiente.

- Lo sé y aún no pagaron.

- Es lo peor, siempre se retrasan con los pagos.

Al ver a un compañero chismoso, nos movimos al estacionamiento.

- Me siento un poco rara hoy.

- ¿Por qué? ¿Por el trabajo? Siempre es igual, un desastre.

- No, eso no es importante hoy. Me siento rara porque en la mañana, antes de salir, recibí una llamada.

- ¿Es algo grave?

- Todavía no lo sé, estoy tratando de descifrarlo.

- ¿Es sobre tu familia?

- No, sentí una sensación extraña. Ayer estaba pensando en un problema que tuve y hoy pasó de nuevo. Me hace sentir incómoda.

- ...

- ¡Ah! Se trata de mi ex. Me llamó y colgué, no me animé a responder. Ahora siento esa sensación rara.

- ¿Aún lo quieres?

- No, no lo creo. Terminamos muy mal, no quiero saber nada más de el.

- Bueno, entonces ¿Hoy, vamos a comer?

-¿Cómo? ¿Con qué dinero vamos a pagar la cuenta? Recuerda que no despositaron.

- Claro que no pero siempre hay ahorros. Hay que ir y brindamos por tu ex así no vuelve más.

- Ja, ja, ja ¿Cómo sabes que no va a volver?

- Y no, porque es el pasado. Es un ex, queda atrás. Hay nuevas oportunidades.

- Falta poco tiempo para la salida. Y hay que volver porque nos van a matar si te ven haciendo nada, aunque siempre estás así.

- ¡Qué mala! Realizo mis tareas a tiempo. Hoy no quiero volver porque estoy cansada. Es viernes, quiero que llegue la hora de salida y olvidarme de todo.

- Te espero en la puerta principal.

Freen esperó en la puerta principal (como siempre) sin dejar que nadie nos viera juntas, volvimos a subir al transporte público y en menos de media hora nos sentamos en su bar favorito. La temperatura había descendido a 12 grados, un día común en invierno. Pedimos dos cervezas e iniciamos nuestra conversación.

En medio de risas, no podía evitar pensar en lo bien que me sentía a su lado, ver esa sonrisa era magnífico. Jamás estuvo tan suelta. Hablamos sobre sus proyectos académicos, sobre su profesión, sobre sus sueños. La conversación se hacía cada vez más profunda. Sus lazos familiares, sus problemas económicos y los momentos malos que tuvo que pasar a lo largo de su vida.
Con cada cerveza la lengua se volvía más floja, contaba experiencias que nunca hubieran pasado por mí mente como la visita a un cabaret junto a sus amigos varones. Quedé sorprendida.

A las 18:00 hs pagamos la cuenta y nos fuimos a mí bar favorito. No teníamos mucho dinero así que una cerveza más estaría bien. Nos sentamos en la primera mesa. Por lo general, Freen era muy amable, abría las puertas de los bares, tomaba asiento después de ver que yo estaba cómoda. Ese día no fue la excepción, hizo lo mismo y con un poco de alcohol en la sangre, no paraba se sonreír.

Nos sentamos una al frente de la otra. En el momento, la camarera se acercó, entregó la carta y se retiró. Freen realizó un scan del cuerpo de la camarera y dijo

- ¿Viste lo qué es la chica?

Desconcertada dije - ¿Qué? ¿A qué te refieres?

- ¿Nunca le prestaste atención al cuerpo de las mujeres?

- ¿Por qué me preguntas eso?

- ¿Por qué quiero saber? Vas a decir que no tiene una linda pompis.

- No puedo decir algo así porque no soy de ese tipo de mujeres.

- ¿De qué tipo?

- De las que miran y se babosean por las pompis ajenas.

- Ja, ja, ja está bien. Pero no puedes negar que es linda y tiene buen cuerpo.

- No voy a ser como tu, es por respeto.

Conversamos por una hora, realicé transferencias de varias cuentas hasta juntar el dinero para pagar las dos cervezas. Dije que iba a invitar a Freen. Ella estaba de lo más cómoda, sonriendo y cantando. Faltaba muy poco para finalizar la cerveza, su vaso se encontraba casi vacío. Me encontraba cantando y mirando a la barra cuando Freen tomó mí mano derecha y mientras sonreía con picardía agarró mí mano izquierda y me acercó a ella. Quedamos frente a frente, abrí los ojos con sorpresa y la miré fijo. Ella empezó a acariciar mis manos por unos segundos y sin quitar la sonrisa de su cara llevo mi mano izquierda a su boca. Comenzó mordiendo mí dedo índice, pasó al siguiente y llegó al pulgar. Sostenía la mirada que ahora era lujuriosa, sonreía y chupaba cada uno de mis dedos de la mano izquierda. No pude controlar mis ojos, lo que estaba viendo era increíble, algo nuevo y en un bar publico con cámaras y muchas personas alrededor. A Freen parecía no importarle, movía su cuerpo al son de la música. Se paró y me dio un beso en la mejilla sin quitar esa sonrisa. Volvió a su lugar, tomó mí mano derecha y chupó cada uno de mis dedos mientras se reía por mis ojos sorprendidos. La miré con deseo pues sus ojos me provocaban. Sentir su boca y su lengua en mis dedos hizo que subiera mí temperatura. Se puso de pie y se acercó para darme otro beso en la mejilla, lo hizo y respondí

- ¿Por qué no me das un beso? Si te animas.

Mojó sus labios y se acercó a mí boca. Tomó mí cara con sus manos y rozó sus labios con los míos. La sensación fue increíble. Solo podía sonreír, Freen me había besado. Volvió a mojar sus labios y me beso por segunda vez. Debí desmayarme pero resistí.

Ella se sentó otra vez, tomó mis manos para entrelazarlas con las suyas y continuaba sonriendo.

- ¿Por qué lo hiciste?

- Me gusta ver tu cara de deseo.

- ¿Cuál deseo?

- Ja, ja, ja ¿Te gusta?

- ...

Estuvimos así por varios minutos, Freen acariciaba mis manos desde los dedos hasta la muñeca y las apretaba con sus manos pequeñas. Lo sé porque medí sus manos y el tamaño me generaba mucha ternura. Su manos pequeñas me hicieron olvidar toda la conversación. Nos miramos y al tener los vasos vacíos decidimos ir a casa.

Por nervios, fui al sanitario. Actuar con tranquilidad no era una opción. Mi corazón se había acelerado y quería gritar de la emoción. Pero, oculté la felicidad que sentía por esos besos. Salí y al volver a la mesa la cuenta ya estaba pagada. Freen lo hizo, me esperó en la puerta y salimos juntas. Traté de no parecer ansiosa o feliz. Freen, volvió a tomar mí mano derecha para salir del bar y caminar las siguientes cuadras hasta despedirnos.

A ella parecía no importarle que la gente nos viera en la calle y me llevó de la mano por esas tres cuadras. En el trayecto no hablamos de nada, solo disfrutamos de caminar juntas. Una familia que pasaba por allí, le dijo a Freen que un objeto había caído al piso y era mío. Soltó mí mano para decirme que lo busque pronto y al dar la vuelta, ya no estaba. Se había ido a casa sin despedirse.




Freen Is Daddy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora