2006/10/15 - Voces

54 12 35
                                    

Querido diario:

Quedan dos días para que se cumpla un año desde la desaparición de TK. Perdón por no haberte escrito en este tiempo, es que había olvidado dónde te había escondido. ¿Te imaginas que mi madre te encontraba y te leía? Lo siento, pero necesitaba sobrevivir.

En fin, te tenía escondido debajo de mis cuadernos de primaria. Espero no volver a olvidarme.

Nadie sabe nada de TK. Los niños elegidos han buscado por todo el Digimundo en varias ocasiones y la policía sigue buscándole, pero el rubio no aparece.

Kari ha estado más seria y reservada que nunca. Siempre procura disimular, pero hay momentos en los que se enfrasca tanto en sí misma que ni habla ni se entera de lo que ocurre a su alrededor. Los demás intentamos llevar el duelo como podemos, pero es complicado. A pesar de eso, yo no quiero perder la esperanza de encontrarlo.

En todo este tiempo, a mi cabeza loca se le han ocurrido miles de teorías, la mayoría sin sentido, como que se lo llevaron los extraterrestres o que vive escondido en las montañas, ajeno a la civilización, o incluso que un horripilante monstruo se lo llevó a su cueva como compañero de juegos. Miles de teorías sin sentido alguno rondan mi cabeza como moscas molestas.

La gente de mi clase dice que lo más lógico es pensar que ha muerto, pero yo no pienso igual. Al contrario: sé que TK está vivo en alguna parte, pero no sé dónde. Quizás en el Mundo Digital, tal vez en nuestro mundo, pero estoy completamente segura de que está vivo.

Hay algo más. ¿Recuerdas las voces que escuché en el callejón, donde estaban aquellos dos encapuchados extraños? En todo este tiempo he escuchado aquellas voces más de una vez.


Dos meses después de la desaparición de TK, me encontraba en el parque donde él y yo jugábamos de pequeños, sentada en uno de los columpios. Recordé las veces en las que mi madre y la suya se sentaban en uno de los bancos a hablar mientras que él y yo nos dedicábamos a jugar y reírnos. Entonces mis pensamientos fueron interrumpidos por dos voces masculinas que una vez invadieron mi mente en un callejón:

―¿Tienes al chico? ―preguntó el que parecía tener mayor autoridad.

―Sí, señor ―contestó el otro.

―Perfecto.

Entonces se desvanecieron otra vez.

Otra de las veces que escuché las voces me ocurrió un mes después de aquello:

Estaba en mi habitación, lanzando una pelota saltarina contra la pared una y otra vez, pensando que ese día, justo ese día, era el decimoquinto cumpleaños de TK y que, estuviera donde estuviera, lo estaría pasando mal. Deseaba con todas mis fuerzas que todo volviera a la normalidad, que TK hubiera ido a clase, que recibiera mis quince tirones de orejas, que recibiera nuestras felicitaciones, que estuviera con nosotros.

Entonces tiré la pelota, esta regresó y antes de volver a tirarla, esas mismas voces invadieron mi cabeza de nuevo:

―Es hoy, señor.

―Lo sé. Cada vez queda menos para que el Proyecto Oscuridad recolecte sus frutos.

―Para entonces estaremos preparados.

Y mi madre entró por la puerta, haciendo que las voces se desvanecieran.


La siguiente vez me ocurrió seis meses después de su cumpleaños:

Mi diario Digimon - Proyecto MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora