[Una pequeña fiesta y un acercamiento]

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¿Prepararse mentalmente para la fiesta? ¡Una mierda!, ¡Una mierda como una casa!.

Si, orquídea como todo el encanto que es, no le dijo que la fiesta era prácticamente al día siguiente, así que desde que despertó fue llevado de un lado al otro por las sirvientas haciéndolo verse como el más bonito de la fiesta, con la poca que sabía los colores en su ropa era un color azul oscuro con joyería plateada, un montón de bolado en las mangas y un corbatín en moño, su chaqueta siendo de un largor mayor hasta casi rozar con el suelo, seguía siendo masculino incluso con toda su decoración lo cual agradecía enormemente, ya que aunque no lo parezca o no lo hubiera mencionado antes, la ropa de los niños de este mundo antes de cumplir los 15 es bastante andrógina, en un inicio para darles tiempo de conocer sus gustos a futuro, él en particular se siente más cómodo con ropa masculina y sin tanta de decoración, pero dile eso a un noble, pensara que tienes mente de pobre.

—¿Papá realmente tiene que ir?— Hortensia pregunto agarrándose de su mano —a ti no te gustan las fiestas, siempre buscas escaparte de ellas—.

—tampoco quisiera Hortensia, pero al ser el "prometido" de orquídea tengo que acompañarlo, él es importante ahí—.

—¡Que vaya solo!—.

—yo también quisiera decírselo, pero orquídea me necesita ahí porque es muy tímido—.

—no parece tímido—.

—lo es, es igual de tímido que yo en las fiestas—.

No le consta, pero lo intuía por como se encontraron la primera vez, alguna razón tendría para escaparse a una casa que solo usaba los sirvientes.

—¿Es obligatorio?—.

—si cariño, es obligatorio—.

Acaricio el cabello de la niña sintiendo al tacto el peinado que le habían logrado hacer en ese cabello salvaje, no era algo demasiado cargado como para que se le pase con dolor de cabeza, no obstante sabía que no duraría demasiado en ella, odia sentirse amarrada en cualquier sentido.

—que envidia— interrumpió orquídea con un tono de voz divertido — ella si puede recibir un apodo cariñoso y yo recibo maldiciones, pensé que no tendrías favoritismo mi lobelia—.

—ahhh... si estás aquí es porque debemos irnos ¿Verdad?—.

—si amor, debemos irnos... mientras más rápido mejor—.

Sintió el agarre de orquídea en su cadera junto a un besito en la frente, podía escuchar sutilmente como reía para sí mismo con superioridad, ¿Realmente este tipo cree que está compitiendo con una niña?, una cosa es el hijo y otra a quien te vas a coger, competir con un niño es ridículo.

—bien, nos vemos cariño—.

—¡Regresa temprano papá!—.

Volvió a acariciar el cabello de la niña antes de ser jalado de la mano por orquídea hacia la salida, en el camino por la casa no compartió palabras con él y solo se limitó a dejarse llevar hasta el carruaje, pensó para sí mismo todo lo que tendría que evitar en el salón a la hora de interactuar con nobles en caso de que a estos les dé por hablar con ellos, evitar decir malas palabras, evitar hablar de cosas en las que él no pinta ni pincha, evitar que Orquídea le dé por andar muy cariñoso y lo más importante, no hacer movimientos raros frente a la gente.

Entro al carruaje y se sentó junto a orquídea en el asiento de la derecha, tras una despedida de William de Ròse pidiéndole a su prometido que no haga ninguna idiotez contra el príncipe ni a favor de él, por lo poco que le había comentado su compañero podía decir que esa relación entre primos era más como la de un niñero con un niño pequeño el cual intenta hacer que no se mate al comerse una plastilina, pero bueno, tendría que escucharlo de primera persona para saber si estaba en lo correcto o la escena era peor de lo que imaginaba, ya de por sí esto le sacaba ligeras risas.

Lobelia- Tan cerca de devorar el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora