[Bestia asustada]

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Su tiempo de celo termino y retomo su vida diaria con un poco de vergüenza, tan pronto su cuerpo se calmó lo suficiente para retomar su vida diaria, lo primero a lo que tuvo que enfrentarse fue a los cuchicheos de las sirvientas por como había estado creando un nido con la ropa de su prometido, según entendió por los murmullos entre ellas esto fue una muy clara declaración hacia su hombre acerca de que estaba listo para albergar una cría, cosa que al parecer tomaron como una pena al ver que Orquídea lo abandono así de rápido, aunque claro, de lo poco que llegaba a la capital se notó el arrepentimiento del enigma y el cómo parece estar ansioso por que se reúnan, lo normal en un inicio según ellos, matando y dominando a las bestias que intentan entrar a la capital o a sus alrededores actuando incluso peor que un animal salvaje bajo ataque, desenfrenado y desquiciado, hambriento por más y más a un punto que deja de sentirse humano a solo ser considerado un arma, pero deteniéndose en breves momentos para recostarse contra algún árbol y roca en un lugar apartado, soltando gruñidos de placer y prácticamente rasguñando el objeto al que se recostó mientras murmura el nombre de "lobelia", todos creyendo que Orquídea se estaba volviendo loco por la separación, cuando la realidad era muy diferente, DEMASIADO diferente.

Estiro una pierna alzándola de forma que el pie apunte al techo mientras que inclina su torso hacia el tubo de metal del que se sujetaba, se estaba estirando para relajar los músculos y aprovechando que nadie iba a estar vigilándolo y seguramente viéndolo apenado por haber perdido la oportunidad de tener un posible hijo de ese idiota, aun así tenía que ser cuidadoso con su cuerpo, seguía pasando por los estragos del celo a menor medida, su vagina atemporal no se había cerrado y cualquier tacto medianamente brusco sobre la piel provocaba que templar como gelatina, así que sí, agradecía enormemente estar a solas mientras hacía estiramientos.

—¡Agh!, ¡Joder!... Tenía tiempo que no hacía esto, mis músculos están tensos— mantuvo la posición intercalando de una pierna a la otra, soltando sutiles suspiros de pesadez — tengo que hacerlo seguido, no creo que sea muy bueno estar sin estirar un poco las piernas—.

Pensó para sus adentros lo lindo que sería enseñarle a hortensia lo que aprendió en su otro mundo sobre esto aprovechando que parecía no ser algo a lo que Orquídea consideraba parte de la educación, tal vez la ayude en el futuro o simplemente le estimule la resistencia en los músculos, en su otra vida tenía un cuerpo bastante eficiente en ese sentido, no atlético como tal, pero sí se le notaba bastante agraciado al tacto.

Perdido en sus cosas captó el ligero aroma al que había estado rodeado por toda una semana, en un inicio pensó que se había equivocado y que era algún sirviente que le traía un abrigo de Orquídea para mantenerle abrigado tomando en cuenta los cambios fríos de temperatura, no obstante este pensamiento fue descartado cuando su pierna que estaba apuntando hacia el medio recibía un suave roce de dedos haciendo que la bajara con cierto cuidado antes de que otra mano se posará en su cadera atrayéndolo a una un poco más alta, su cuerpo de inmediato tembló desde la punta de los dedos hasta cada mechón del cabello, el corazón latiendo en enloquecido sin saber como reaccionar.

—hola cariño, ¿Me extrañaste?—.

—¡Joputa!, ¡Me asustaste, cabrón!—.

—¿Uh?, ¿Creías que era otra persona?, ¿Que otra persona estaría dispuesto a tocarte así?—.

—¡Algún pervertido!—.

—mmm... Sí, tiene sentido—.

De inmediato intento separarse del agarre en su cuerpo, pero algo en él no obedecía, Orquídea ahora pasaba los dedos por su espalda siguiendo el contorno, solo que ya había soltado su cadera, el roce contra el bulto en los pantalones del chico se sentía constante y noto como su parte baja palpitar por ese acercamiento, ¿Esto pasaba seguido con las mujeres o qué?.

Lobelia- Tan cerca de devorar el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora