VIII

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Harry

Se encontraban en la estación de Hogsmeade, el tren estaba a punto de irse y todos se apresuraban a subir con sus baúles. Harry se despidió de sus amigos Slytherin y ahora buscaba con la mirada a los de Gryffindor. Los tres chicos lo abrazaron por la espalda y decían lo mucho que lo iban a extrañar.

—Ten una muy feliz Navidad, Evans—le dijo Fleamont abrazándolo con ternura. Spinnet y Robinson se unieron al abrazo fingiendo el llanto.

—Espero mi regalo—dijo Spinnet.

—No seas maleducado—lo reprendió Robinson.

Harry les deseó feliz Navidad y se despidió de ellos. A los pocos minutos apareció Myrtle, ella lo abrazó y le dio un sonoro beso en la mejilla.

—¿Me vas a extrañar, Harry? —le preguntó con una sonrisa pícara.

Harry sonrió, no podía dejar de pensar en lo mucho que le alegraba que estuviera viva. Aunque aún no pasaba la fecha de su muerte. Harry sabía que la protegería

—Por supuesto, Myrtle. Feliz Navidad.

—Feliz Navidad, Harry.

Pudo sentir la mirada helada de cierto joven Slytherin, Harry se giró y vio a Tom con los brazos cruzados y frunciendo el ceño. Era divertido verlo enfurruñado, así que Harry corrió hasta él y le dedicó su mejor sonrisa.

El tren estaba marchándose, muy pocos habían ido a despedir a sus amigos en la estación, pero todos los que se quedaban agitaban sus manos despidiéndose. Harry tomó la mano de Tom y la agitó junto con la suya. Sin duda, era divertido molestarlo.

Cuando el tren desapareció entre las montañas, Harry y Tom regresaron a Hogwarts, eran los últimos, así que Tom aprovechó para tomar su mano; se había vuelto una rutina de ellos el tomarse de las manos. Y a ninguno de los dos parecía molestarle.

Eran pocos los alumnos que habían decidido quedarse. Harry solo conocía a Hagrid, ya que el chico de Gryffindor prefirió quedarse para cuidar de Aragog. Mientras que los de Ravenclow y Hufflepuff eran rostros que Harry no había notado antes. En la casa de Slytherin todos se habían marchado, a excepción de Harry y Tom.

Harry ansiaba que la Navidad llegará, quería ver el rostro de Tom cuando le diera su regalo. Estaba sorprendido por lo fácil y rápido que le resultó ser amigo de Tom; pero, lo que más le sorprendía era el hecho que no le molestaba en absoluto el constante contacto de Tom. Este a cada oportunidad buscaba su mano; si se encontraban en el Gran Comedor, Tom tomaba su mano y jugaba con sus dedos; si estaban en la sala común de Slytherin, mientras Tom leía y Harry se distraía con cualquier cosa, Tom le pedía su mano y Harry iba obedientemente a su lado a tomarla.

Pero, incluso con eso, nunca se imaginó que no le incomodaría.

Además, solo Harry había notado la amplia y tierna sonrisa que se dibujada en el rostro de Tom cada que sostenía su mano. Y eso provocaba una extraña sensación en su estómago.

•••

Una noche, Harry se despertó debido a una pesadilla. A diferencia de las otras ocasiones, esta vez no hubo sobresaltó ni gritos ahogados. Simplemente abrió los ojos de golpe y se dio cuenta que tenía los ojos y las mejillas empapadas por las lágrimas.

Su sueño había sido una combinación de varios acontecimientos de su vida. Había empezado con la muerte de Cedric y el regreso de Voldemort, después la muerte de Sirius, la muerte de Dumbledore y después todo lo sucedido en la Batalla de Hogwarts.

—¿Estás bien, Harry? —le preguntó Tom colocando su mano en su frente.

—Si, solo fue una pesadilla. Lo siento, te desperté.

Un Pasado InciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora