Harry
Tuvo que huir literalmente de sus compañeros de Slytherin, todos querían felicitarlo y celebrar la victoria por el partido del Quidditch; pero Harry lo único que quería era hablar con Dumbledore.
Así que, usando uno de los pasadizos secretos, logró escabullirse de la fiesta y llegar hasta el aula de Transformaciones. Tenía la esperanza de que el profesor estuviera ahí pero, para su desgracia, no había rastro de Dumbledore.
Sentía el pánico crecer a cada segundo. No queria perder más tiempo, había dejado que sus sentimientos lo cegaran, no podía creer que no vio alguna señal de que Tom había encontrado la Cámara.
Era definitivo que Tom aprovechó el partido para abrirla; no le cabía la menor duda. Incluso comenzaba a sentir paranoia, pensaba que el Basilisco recorría las tuberías en ese preciso momento y comenzarían los ataques a los hijos de muggles. Tuvo miedo, sintió la necesidad de encontrar a Myrtle e implorarle que se fuera de Hogwarts.
Tenía que calmarse, lo sabía. Pero le resultaba demasiado difícil.
—Oh, Harry. Felicidades por ganar el partido—dijo Dumbledore. Harry se sobresaltó cuando lo escuchó, estaba tan concentrado en sus pensamientos que ni siquiera notó al profesor.
—Tenemos que hablar, profesor. Es urgente—profirió, observando de un lado a otro, esperando encontrar a Tom o al mismísimo Basilisco.
Dumbledore notó de inmediato la angustia de Harry; con rapidez, alistó el hechizo silenciador y después le pidió que le explicara todo. Harry narró cómo sintió la corazonada en el partido, la manera precipitada en la que llegó al Castillo y después el encuentro que tuvo con Tom.
—Sé que abrió la Cámara Secreta. Y si no lo ha hecho aún, liberará al Basilisco—sentenció Harry, caminando de un lado a otro en la oficina. Sentía todo su cuerpo en tensión, quería gritar, quería salí corriendo. No pudo dejar de pensar que no había evitado nada.
—Escucha, Harry, es algo que resultó inevitable. Lo único que podemos hacer es actuar ahora. Tienes que ir con Hagrid y sacar a Aragog de Hogwarts. Yo iré con el Director Dippet, esta vez escuchará todo lo que tengo que decir—profirió Dumbledore, frunciendo el ceño. Harry sintió alivio al ver al profesor serio y determinado que conocía.
—¿Qué pasará con Myrtle? Debería ir con ella y también sacarla de Hogwarts—dijo Harry.
Dumbledore negó con la cabeza, frotando su barbilla y observando a la nada.
—Por lo que sabemos, los acontecimientos se han cambiado, Harry. Me dijiste que en tu época, Tom abre la Cámara en junio; pero se adelantó varios meses. Es probable que la señorita Warren ya no sea la única que corra peligro.
—Entonces, todos los hijos de muggles...
Harry no se atrevió a terminar su idea. El sólo hecho de pensarlo le daba escalofríos.
—Tranquilo, Harry. Yo me encargaré de ello, no permitiré que mis alumnos sean lastimados. Por ahora, concéntrate en Hagrid.
Harry confiaba en aquel hombre, incluso en su versión más joven. Así que, agradeciéndole, salió corriendo en busca de Hagrid. No quería encontrarse con Tom, por lo que tomó pasadizos secretos y revisaba cada rincón.
Por suerte, Hagrid estaba en el armario con Aragog. A Harry se le rompió el corazón al ver a su amigo tan encariñado con la Acromántula; no sabía cómo lo tomaría, pero debía hacer todo para convencerlo.
—Hagrid—dijo Harry, intentando recuperar el aliento—. Tenemos que sacar a Aragog de aquí.
Hagrid con el semblante preocupado observaba a Harry como si se hubiera vuelto loco.

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Un Pasado Incierto
FanfictionHarry Potter observa las pérdidas después de la Batalla Mágica en Hogwarts, tiene un deseo ferviente de evitar todas esas muertes. Sin Voldemort, la guerra nunca hubiera pasado. Ni Fred, ni Remus, ni Cirius, ni sus padres hubieran muerto. Un odio ir...