Tom
Se sentía como un niño pequeño ante la posibilidad de adentrarse a una de las mentes que más le intrigaban, no negaría que siempre quiso explorar la mente de Dumbledore. Y ahora lo era más, sabía que el profesor conocía algunos secretos de Harry, y no podía soportarlo.
Dumbledore se encontraba sentado en la enorme mesa para profesores en el Gran Comedor de Hogwarts; era una tentación irresistible intentarlo en ese momento y lugar. Su mente, un laberinto de conocimientos antiguos y secretos de Harry, era un tesoro que Tom anhelaba explorar.
Desde que supo de la Legeremancia, había estado practicándola a lo largo de los años. Había logrado penetrar en las mentes de algunos de sus compañeros, pero hace tiempo que desistió en intentar algo tan audaz como adentrarse en la mente del profesor. Sin embargo, la curiosidad y la necesidad de saber más sobre Harry eran más fuertes que él.
Tom concentró su mente, tratando de establecer una conexión. Se imaginó a sí mismo deslizándose a través de la mente de Dumbledore como una serpiente a través de la hierba alta. Sintió una resistencia inicial, como una puerta de hierro que se cerraba ante él. Pero no se dio por vencido.
Era el juego usual que realizaban Dumbledore y Tom, una batalla de voluntades y poderes.
De repente, algo cambió. Fue como si una puerta se abriera de par en par. Tom se encontró sumergido en un mar de pensamientos. Vieron desfilar ante él recuerdos vívidos de la vida de Dumbledore: su infancia, dos hermanos, y una profunda tristeza.
Sin embargo, a medida que avanzaba, Tom se dio cuenta de que algo no estaba bien. Los pensamientos de Dumbledore estaban protegidos por una especie de barrera, como si el director hubiera bloqueado intencionalmente algunos recuerdos, pero permitiéndole un pequeño vistazo.
Al darse cuenta de que había sido descubierto, Tom se sobresaltó y retrocedió. Se encontró con la mirada serena y penetrante de Dumbledore. El profesor le sonrió con ternura, sorprendiendo a Tom que esperaba una mirada feroz, enojada, o al menos un semblante serio.
Una vez que la cena concluyó, Dumbledore se acercó a Tom, pidiéndole que hablarán en privado. Tom sabía que lo reprendería, no había pensado en las consecuencias. Después del incidente con el Basilisco, debía mantener un perfil bajo para no ser expulsado.
—Tom, sé lo que has estado haciendo—dijo Dumbledore con calma.
Tom esbozó su mejor sonrisa y dijo:
—Lo siento, profesor. No quise ser grosero. Solo estaba curioso —murmuró, fingiendo una inocencia absoluta. No esperaba que su encantó engañara al profesor, ya se había dado cuenta mucho antes que Dumbledore no lo veía como a un simple alumno.
—La curiosidad es una cualidad admirable, Tom —dijo Dumbledore—. Pero hay límites que no deben cruzarse. La mente de una persona es su santuario más íntimo. Invadirla sin permiso es una falta de respeto.
Tom asintió con la cabeza, sintiendo la sinceridad de las palabras de Dumbledore. Y, para su sorpresa, esperaba una reprimenda, no palabras comprensivas.
—Entiendo, profesor —respondió, ligeramente aturdido.
—Sé que tienes un gran potencial, Tom —continuó Dumbledore—. Pero debes aprender a controlarlo. La Legeremancia es una herramienta poderosa, pero también puede ser peligrosa si se usa de manera irresponsable.
Dumbledore tenía la mirada ausente, como si estuviera recordando algún momento de su pasado que lo atormentara.
—Recuerda, Tom —dijo, volviéndose hacia él—, la verdadera sabiduría no se encuentra en la mente de otra persona, sino en nuestro propio corazón. Además, creo que tus intenciones no eran solamente conocer mi pasado, sino también sobre el joven Evans, ¿no es así?

ESTÁS LEYENDO
Un Pasado Incierto
FanfictionHarry Potter observa las pérdidas después de la Batalla Mágica en Hogwarts, tiene un deseo ferviente de evitar todas esas muertes. Sin Voldemort, la guerra nunca hubiera pasado. Ni Fred, ni Remus, ni Cirius, ni sus padres hubieran muerto. Un odio ir...