XII

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Harry

Está viva, pensó Harry

Dejó salir todo el aire que contuvo cuando notó la respiración de Myrtle. Sólo estaba inconsciente, estaba tan feliz que las lágrimas comenzaron a descender. Por un breve instante, pensó que todo se había arruinado.

Se giró lentamente para asegurarse que el Basilisco ya no estaba. Sólo vio a Tom, pálido y sin despegar la mirada de él. Lo que vio en sus ojos lo sorprendió, había verdadero terror; nunca creyó ver esa mirada en él. En las memorias que le enseñó Dumbledore en el Pensadero siempre le mostró un Tom Riddle frívolo e indiferente a la muerte.

—Harry, yo... no sabía que ella estaba aquí—comenzó a decir Tom, temblando—. Admito que no me agrada, la detesto porque ella te quiere; pero... no le haría daño. Ella es tu amiga. Si la lastimara, solo te haría sufrir a ti.
》Solo... solo vine porque escuché que matarían al Basilisco. Yo... yo no quería que sufriera. Vine a ordenarle que volviera a su guarida y se quedara profundamente dormida, hasta el punto de no sentir nada; así que, cuando la mataran, no sentiría dolor.
》No... nunca hubiera venido de saber que ella estaba aquí. Harry, por favor, créeme.

La desesperación de Tom estremeció a Harry; y, aunque tuvo el impulso de abrazarlo y consolarlo, no lo hizo. A los pocos segundos, la voz de Dumbledore los sorprendió a los dos.

—No te preocupes, Tom. Has cometido un terrible error, pero la señoría Warren se encuentra bien. Solo se desmayó de la sorpresa. ¿No es así, Harry?

—Si, profesor. Solo está inconsciente.

—Después hablaremos de tu acción irresponsable, Tom. Por ahora, ambos lleven a la señoría Warren a la enfermería. Los demás profesores y yo nos haremos cargo. Y no te preocupes, Tom, procuraremos que el Basilisco no sufra.

Cabizbajo, Tom hizo levitar a Myrtle; Harry los siguió, pero las palabras que le dijo Dumbledore en un susurro, lo detuvieron por un instante:

—Ha sido una disculpa cargada de angustia, Harry.

Suspiró, a él también lo había sorprendido.

—Nunca lo vi así.

—No quiere perderte.

—Pero, eso no borra lo que hizo—profirió Harry, frunciendo el ceño. Dumbledore suspiró, y le dijo:

—Deben hablar apropiadamente después de esto.

—Lo sé. Gracias, profesor.

En ese momento, un hombre de tez oscura, llevaba lo que a Harry le pareció una gabardina café y un pantalón holgado de color blanco.

—Albus, ¿dónde está? No quiero perderme nada del Basilisco—dijo el hombre, entusiasmado.

—Fareed, no te apresures. Parece que ha quedado profundamente dormida.

Harry supo de inmediato que aquel hombre era el amigo de Dumbledore que hablaba pársel. Le hubiera gustado ir con ellos, pero ahora había algo más importante. Corrió detrás de Tom que seguía ligeramente cabizbajo.

Myrtle flotaba al lado de ellos, se veía tan en paz que Harry sintió un nudo en la garganta. Estaba feliz, Myrtle viviría.

Sin embargo, al ver a Tom pudo ver que batallaba con sus emociones. Desvió la mirada, no quería discutir en ese momento; además, él también tenía mucho en qué pensar.

Al llegar a la enfermería, Harry notó que un chico de Hufflepuff estaba paralizado. Tal y como lo habían estado Hermione, Colin, Justin, la señora Norris. Ese chico había sido el único en sufrir un ataque del Basilisco.

Un Pasado InciertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora