Andy

17 2 0
                                    

Nota: Cada parte que leen tiene ambos puntos de vista.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Narra Andy:

El día en el instituto fue un recordatorio constante de la hostilidad que enfrentaba allí. Los ataques del acoso escolar iban en aumento, y no parecía haber lugar seguro para mí. Desde objetos lanzados hasta rumores inventados, cada día se volvía una batalla por mi integridad emocional. Y para empeorar las cosas, ahora tendría que soportar la presencia del Españolete en el instituto durante seis meses.

—Oye, ¿sabes dónde está la clase de inglés? —me preguntó el Españolete, con una voz suave.

Mi respuesta salió más áspera de lo que esperaba, pero su actitud arrogante no ayudaba.

—Justo donde estás, estúpido —respondí, sin ningún miramiento.

El Españolete simplemente se dio la vuelta, evidentemente molesto por mi respuesta, y se fue a ocupar su pupitre. Su actitud me recordó el abismo entre nuestros mundos: él, acostumbrado al lujo de un instituto exclusivo, y yo, luchando en un entorno hostil.

Las clases avanzaron lentamente, cada minuto parecía una eternidad. Durante el recreo, me senté sola como de costumbre, buscando refugio en mi cuaderno de dibujos y mis auriculares. Sin embargo, mi tranquilidad se vio interrumpida por la presencia inesperada de André.

—¿Te importa si me siento contigo? —preguntó, sorprendiéndome.

Le di permiso con un gesto de la cabeza, y nos sentamos juntos en silencio por un momento. Luego, Andre rompió el silencio con una propuesta de amistad.

—Sé que no soy tu persona favorita ahora mismo, pero me gustaría ser tu amigo —dijo con sinceridad.

Su petición me tomó desprevenida, y me costó un momento procesarla. Finalmente, respondí con cautela.

—¿Por qué?

Andre explicó sus motivos con una sonrisa amistosa, y a pesar de mi escepticismo inicial, su sinceridad me conmovió.

—Está bien, pero no esperes que te llame por tu título —le advertí, buscando establecer un terreno común.

Andrés aceptó sin problemas, y a medida que conversábamos, sentí un cambio en mi perspectiva. Quizás, entre la hostilidad del instituto, podría encontrar un aliado inesperado en él.

Sin embargo, la integración de André en el entorno escolar no fue fácil. Durante las clases, los comentarios y las risas de otros estudiantes no se detuvieron. A pesar de ello, Andre demostró determinación y se esforzó por participar en las lecciones.

Al final del día, cuando me disculpé por mi trato inicial hacia él, pude ver una chispa de entendimiento en sus ojos. Poco a poco, empezamos a construir una amistad basada en el respeto mutuo y la comprensión. Aunque el camino aún era difícil, sentía que tenía un compañero en esta lucha contra el acoso escolar.

Royal FacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora