Andre

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Narra Andre: 

Para disculparme con Andy, pensé en incontables maneras de hacerlo. La culpa y el remordimiento me carcomían por dentro, y sabía que no podía dejar pasar más tiempo sin intentar enmendar el daño causado. Andy, con su amor profundo por la música, me ofrecía una puerta hacia su corazón herido. Sabía que a través de las notas y melodías podría expresar aquello que las palabras simples no lograban. Sin embargo, los dos días que habían transcurrido desde el beso con Emilia fueron un tormento. No solo Emilia había intentado besarme nuevamente y seguir hablando conmigo, sino que Andy, mi querida amiga, me había ignorado por completo. Su guitarra, a la que llamaba cariñosamente "Gabby", solo había emitido sonidos tristes y desconsolados. Esa guitarra, que tantas veces había sido el vehículo de su alegría y pasión, ahora reflejaba el dolor que yo le había causado. La voz melodiosa y potente de Andy, que siempre había sido un faro de luz y energía, estaba ahora ahogada en sollozos y lágrimas. Verla así me destrozaba.

Me sentía terriblemente mal por ella y sabía que debía disculparme lo antes posible. No podía soportar la idea de haber lastimado a alguien que tanto me importaba. Necesitaba encontrar una manera de llegar a ella, de hacerle entender cuánto lo sentía y cuánto valoraba nuestra amistad. Fue entonces cuando Mario, con su sabiduría y su comprensión de la situación, me sugirió un plan. Me dijo que la canción que Andy ama con todo su corazón es "Conversations in the Dark" de John Legend. Esa canción tenía un significado especial para ella, y Mario pensó que cantársela sería una forma perfecta de expresar mis sentimientos y pedirle perdón. La idea me pareció perfecta. La música siempre había sido nuestro lenguaje común, el puente que conectaba nuestras almas.

La noche antes de llevar a cabo el plan, no pude dormir. Ensayé la canción una y otra vez, tratando de impregnar cada nota con el arrepentimiento y el cariño que sentía por Andy. Imaginaba su rostro, sus ojos llenos de lágrimas, y me decía a mí mismo que no podía fallar. Tenía que hacerle ver cuánto lamentaba lo sucedido y cuánto valoraba su amistad. Al día siguiente, me levanté temprano, con el corazón latiendo con fuerza y las manos temblorosas. Sabía que Emilia se iría hoy, y eso de alguna manera me alivió. Sin su presencia, podría concentrarme completamente en Andy y en mi disculpa.

Cuando finalmente encontré a Andy, estaba sentada en nuestro lugar favorito en el parque, con "Gabby" sobre su regazo. Sus ojos, normalmente llenos de vida y chispa, estaban apagados y llenos de tristeza. Me acerqué lentamente, sintiendo cada paso como un mundo entero. Me senté junto a ella sin decir una palabra, y ella apenas levantó la vista para mirarme. Tomé aire profundamente, tratando de calmar el temblor en mi voz.

"Andy," comencé, mi voz es apenas un susurro. "Sé que te he lastimado profundamente, y no hay excusa para lo que hice. Pero quiero que sepas que nunca quise hacerte daño. Nuestra amistad significa todo para mí, y no puedo soportar verte así. Por favor, permíteme hacer esto, permíteme intentar arreglarlo."

Ella no dijo nada, pero tampoco se alejó. Así que tomé la guitarra de sus manos, y empecé a tocar las primeras notas de "Conversations in the Dark". Mi voz temblaba al principio, pero a medida que la canción avanzaba, sentí que las palabras y la música hablaban por mí. Canté con todo mi corazón, dejando que cada palabra expresara mi arrepentimiento, mi cariño y mi deseo de enmendar lo que había roto. Mientras cantaba, vi cómo las lágrimas comenzaban a rodar por las mejillas de Andy. Sabía que la canción la estaba alcanzando, que estaba tocando su corazón herido.

Cuando terminé, el silencio que siguió fue ensordecedor. Las palabras parecían insuficientes, pero en ese momento, no importaban. Lo que importaba era que había logrado comunicar mis sentimientos de la única manera que sabía cómo. Andy me miró a los ojos, y por un momento que pareció eterno, no dijo nada. Luego, con un suspiro profundo, me tomó de la mano y la apretó con fuerza.

Cuando terminé, el silencio que siguió fue ensordecedor. Las palabras parecían insuficientes, pero en ese momento, no importaban. Lo que importaba era que había logrado comunicar mis sentimientos de la única manera que sabía cómo. Andy me miró a los ojos, y por un momento que pareció eterno, no dijo nada. Luego, con un suspiro profundo, me tomó de la mano y la apretó con fuerza.

Al terminar la canción, Andy se lanzó a mis brazos, hundiendo su cabeza en mi pecho. La envolví en un abrazo tierno, y besé su cabeza cariñosamente. Sentí cómo sus lágrimas empapaban mi camiseta, pero no me importaba. Lo único que quería era que supiera cuánto lo sentía y cuánto significaba para mí.

—¿Me perdonas? —pregunté con el corazón, latiendo a mil por hora.

—Te perdono —dijo con tono firme y emocionado.

Nos quedamos en esa posición por mucho tiempo, sin necesidad de decir más palabras. Sentía su respiración calmándose poco a poco, y sabía que, aunque el camino hacia la reconciliación no sería fácil, habíamos dado el primer paso. El dolor y la tristeza seguían presentes, pero también había esperanza y una renovada conexión entre nosotros.

Finalmente, Andy levantó la cabeza y me miró con ojos aún brillantes de lágrimas, pero también con una chispa de determinación.

—Prométeme que nunca más harás algo así —dijo con voz temblorosa.

—Te lo prometo, Andy. Nunca más —respondí con sinceridad.

Nos quedamos en el parque, hablando de nuestros sentimientos, aclarando malentendidos y compartiendo silencios que decían más que cualquier palabra. La tarde se desvaneció en la noche, pero para nosotros, era como si el tiempo se hubiera detenido. Estábamos juntos, y eso era lo que importaba.

A medida que las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, sentí una paz que no había sentido en días anteriores. Sabía que la herida tomaría tiempo en sanar completamente, pero también sabía que nuestra amistad era lo suficientemente fuerte para superar este obstáculo. Y mientras Andy y yo nos abrazábamos bajo el cielo estrellado, sentí que, de alguna manera, habíamos encontrado el camino de regreso el uno al otro.

Sentí una oleada de alivio y gratitud. Sabía que el camino hacia la reconciliación sería largo y difícil, pero en ese momento, tenía esperanza. Había dado el primer paso, y con el tiempo y la paciencia, confiaba en que podríamos recuperar lo que habíamos perdido. Andy y yo nos quedamos allí, juntos, dejando que la música y las palabras no dichas sanaran nuestras heridas.

Royal FacesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora