Capítulo 4 El regreso

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El regreso

Y por fin llegó el día, agarro mi maleta con decisión y con la esperanza de recuperar mis mayores tesoros. El taxi me espera en la puerta; camino y no miro hacia atrás. Todo fluye sin pausa y a cada paso que doy se acorta la distancia que me separa de ellos.

Llego al aeropuerto y nada tengo que facturar porque nada me llevo salvo yo metida en este nuevo cuerpo. Difícil de explicar, difícil de entender pero no me rindo, no voy a desistir.

Tras no sé cuantas horas de vuelo y una escala por fin veo Madrid por mi ventanilla en plena madrugada y entonces se me humedecen los ojos, las lágrimas caen por mis mejillas y desbordo alegría. Ya estoy aquí, tocamos tierra.

Ahora me toca subir al cercanías que me conduce hasta Getafe y antes de darme cuenta estoy metida de nuevo en un taxi.

-- ¿A dónde la llevo señora?-- pregunta el taxista.

Me muero de ganas de decirle la dirección de mi piso, pero no puedo. Me viene entonces a la cabeza el nombre de un hotel cercano, allí me hospedaré.

Mientras vamos para allá me deleito mirando Getafe y me doy cuenta de cuanto ha cambiado en cuatro años.

Llego al hotel que está a dos calles de mi piso y consigo sentirme más tranquila sabiendo que ya estoy cerca de casa. Lo mejor ahora es descansar y dejar que llegue la mañana, el jet-lag empieza a afectarme...

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He podido descansar unas cuantas horas, me he duchado y ahora nada me apetece más que ir a mi piso.

Mientras camino soy consciente de que el encuentro va a ser duro...

Espero hasta que alguien entra o sale del bloque para colarme y finalmente lo consigo. Entro en el ascensor que tan familiar me resulta y pulso la tercera planta.

¿Qué les voy a decir? Me asaltan las dudas, la puerta del ascensor se abre y por un instante desisto, van a pensar que estoy loca. Pulso la planta baja y la puerta comienza a cerrarse de nuevo.

De pronto, una mano hace que eso no ocurra. ¡Es Liam! Mis ojos no pueden creer lo que ven, pero es él.

-- Perdona, ¿te importa que baje contigo? --

-- No, por supuesto que no. - le sonrío mientras no se imagina el regalo que acaba de hacerme.

Está a mi lado, me muero por abrazarlo pero ¿cómo le explico?

Salimos del ascensor y se me escapa sin poder hacer nada para evitarlo...

Quedo atrás absorta, intentando asimilar lo que acaba de ocurrir.

Decido volver al hotel, tranquilizarme y pensar detenidamente como debo actuar para no ahuyentarlos. Lo tengo muy complicado, lo sé, pero tengo que intentarlo...

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Es un nuevo día, he estado toda la noche meditando y creo que lo primero que debo hacer es llamar a mi hermana Victoria.

Me haré pasar por alguien que vende cosméticos y productos de belleza. La conozco y sé que al final conseguiré quedar con ella en algún lugar. Sí, eso es lo que voy a hacer. Cojo mi móvil y marco su número. Empieza a dar tono....

-- ¿Dígame? --

-- ¿Victoria? --

-- Si soy yo, dígame. --

-- Buenas días, le llamamos de la tienda de cosméticos de la que usted es clienta para invitarla a probar un producto muy novedoso. ¿Estaría interesada?--

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