CAP 15

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-Te odio, odio con cada fibra de mi ser haberme enamorado de ti. Odio el día que te conocí, y odio cada momento que me involucré en tu vida. Antes de que llegaras, al menos no tenía que preocuparme por que alguien me rompiera el corazón.-

-¡Escúchame bien, Crowley! Te detesto desde lo más profundo de mi alma, y maldigo el día que apareciste en mi existencia. Desearía con todo mi ser poder retroceder el tiempo y alejarme de ti cuando aún tenía una oportunidad de salvarme. Pero ahora es demasiado tarde, y he caído en el pecado por tu culpa.-

-Aziraphale, por favor, no digas eso. Te lo ruego, no sigas.-

-¡No pronuncies mi nombre! Ya no quiero escucharte jamás. No me busques, y aléjate de mi vida para siempre.-

Crowley sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos al escuchar esas palabras. Cada sílaba era un cuchillo afilado que se clavaba profundamente en su alma.

-Aziraphale, por favor, no me hagas esto. Sabes que no puedo vivir sin ti. Todo lo que he hecho, lo he hecho por nosotros.-

-¿Por nosotros? - Aziraphale dejó escapar una risa amarga, llena de dolor y desdén -. No hay un 'nosotros', Crowley. Decidí confiar en ti, seguir adelante, dejarte cuando aún podia -.

-¡No! - gritó Crowley, su voz quebrada por la desesperación -. Todo lo que siento por ti es real. Todo lo que hemos compartido es real. Se que es duro pero por favor no me alejes, ya no puedo seguir sin ti. No puedes simplemente desecharlo como si no significara nada.

-Ya no importa lo que signifique, Crowley respondió Aziraphale con frialdad, sus ojos llenos de lágrimas no derramadas. Lo único que importa es que he perdido mi camino. Y tú... tú eres la causa de mi caída-.

Crowley cayó de rodillas, su desesperación palpable en el aire.

-Por favor, Aziraphale, dame una oportunidad para arreglar esto. No puedo soportar la idea de perderte.-

-Es demasiado tarde, Crowley. Ya no hay vuelta atrás para mí. He tomado mi decisión. Y tú... tú ya no formas parte de mi vida.-

Con esas palabras finales, Aziraphale se dio la vuelta y comenzó a alejarse, dejando a Crowley sumido en una desesperación infinita, incapaz de comprender cómo el amor que alguna vez los unió se había transformado en un abismo de sufrimiento y dolor.

Crowley sintió un grito silencioso burbujeando en su garganta cuando, de repente, todo se desvaneció en una oscuridad sofocante. Sus ojos se abrieron de golpe, el corazón latiéndole desbocado en el pecho. La habitación estaba en penumbra, el único sonido era su respiración agitada.

Se giró rápidamente y allí, a su lado, Aziraphale dormía plácidamente, su rostro sereno y calmado. La luz suave de la luna se colaba por la ventana, dibujando sombras suaves en su rostro.

Crowley sintió una oleada de alivio tan fuerte que casi lo derribó. Se llevó una mano temblorosa al rostro, tratando de calmarse, mientras miraba a Aziraphale con una mezcla de amor y preocupación.

"Solo una pesadilla," murmuró para sí mismo, intentando convencerse de la realidad que tenía frente a él. Se acercó un poco más a Aziraphale, apenas rozando su mano con la suya.

Aziraphale se movió ligeramente, soltando un pequeño suspiro en su sueño, pero no despertó. Crowley, aún sintiendo el eco del dolor y la desesperación de su sueño, se inclinó y susurró con suavidad.

-Te amo, Aziraphale. Nunca te haré daño, nunca, y tampoco dejaré que te lastimen.-

Cerró los ojos, tratando de dejar atrás la pesadilla, y se permitió relajarse junto al peliblanco. Mientras escuchaba la respiración tranquila de Aziraphale, Crowley supo que, por ahora, todo estaba bien. La angustia de su sueño era solo eso: un sueño. Y mientras Aziraphale estuviera a su lado, no dejaría que esa oscuridad se hiciera realidad, de esa forma pudo lograr volver a dormir.

Crowley se despertó al día siguiente con un peso en el pecho, la angustia de la pesadilla aún presente.
Se levantó con cuidado, dejando a Aziraphale dormir un poco más, y se dirigió a la cocina. Mientras preparaba el desayuno, intentaba ordenar sus pensamientos y planificar el día que se avecinaba.

Había muchas cosas que resolver y la sombra de su padre se cernía cada vez más cercana.
Sabía que no podían permitirse el lujo de ignorar los signos. Mientras servía el té, decidió que era el momento de ser completamente honesto con Aziraphale sobre todo lo que estaba pasando.

Poco después, Aziraphale apareció en la cocina, aún somnoliento pero con una sonrisa afectuosa en el rostro.

-Buenos días, querido. ¿Puedo ayudarte con algo?Crowley le sonrió y negó con la cabeza, acercándose para darle un beso en la frente.-

Buenos días, Aziraphale. Todo está listo. Ven, siéntate.

Se sentaron a la mesa y comenzaron a desayunar en silencio, disfrutando de la compañía del otro. Crowley sabía que debía abordar el tema con cuidado, pero también con la urgencia que la situación requería.

-Azi, hay algo que necesito contarte- dijo Crowley finalmente, dejando su taza de café en la mesa y mirando a su amado a los ojos.

-Anoche tuve una pesadilla terrible. En ella, tú... tú me rechazabas y decías cosas horribles. Sé que solo fue un sueño, pero no puedo sacarlo de mi cabeza-.

Aziraphale lo miró con preocupación, tomando su mano para ofrecerle consuelo. -Crowley, sabes que jamás te haría eso. Te amo más de lo que puedo expresar con palabras. Pero entiendo tu preocupación. También he sentido una inquietud últimamente, como si algo oscuro estuviera a punto de suceder-.

Crowley asintió, agradecido por el apoyo de Aziraphale.

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