Capitulo 9: Nuestro primer beso

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Viernes, 17 de septiembre del 2021

Llevábamos casi una semana sin vernos... ya que habías estado ocupado con todas tus fiestas y compromisos.

El día anterior, decidiste llamarme, nos dijimos que ya nos extrañábamos... y me invitaste a salir hoy... pasarías por mi e iríamos por un café, a Starbucks.

Me aliste, llegué a la colonia y de ahí pasaste por mi, comportándote tan caballeroso... abriéndome la puerta del auto, yo me sentía SOÑADA.

Me invitaste mi café, lo cual también me sorprendió ya que no solías tratarme así... estaba pasando un momento increíble.

Posteriormente, tu hermana te llamo y te pidió de favor que le compraras unos tacos, así que eso hicimos, te acompañé y me compraste la cena a mi también.

Jugueteamos mientras esperábamos, mientras hablábamos hacíamos contacto visual y parecía desprender una chispa de nuestras miradas, sentía una conexión impresionante.

Cuando recibimos nuestra orden, nos retiramos a tu casa a dejarle el pedido a tu hermana y después, como ya lo había mencionado, claramente tu hermana estaba en casa y no querías presentarme aún.

Entonces nos retiramos al parque, ahí nos sentamos en la banca donde ya acostumbrábamos juntarnos, la banca donde te conocí, que sentía de mi "propiedad" y ahora se había convertido en nuestro lugar favorito que compartimos siempre.

Y ahí nos sentamos a cenar, mientras yo subía mis piernas a las tuyas, por comodidad y por frío, tu las acariciabas.

Cabe aclarar que yo no como cebolla y resulta que olvidaste pedirlos sin ellas, entonces al dar la primera mordida, me percaté que mis tacos tenían cebolla y al ver mi cara de disgusto, decidiste quitarle la cebolla, una por una a mi taco.
¡Lo cual me pareció taaan romántico!

Después, acercaste de nuevo el taco a mi boca, (porque por alguna razón decidiste darme de comer en la boca como si yo fuera una niña pequeña) ahora si lo comí con gusto.

Seguimos cenando y me di cuenta de algo que me pareció muy extraño... al terminar nuestros tacos, yo normalmente tiraba toda la carne sobrante que se caía del taco al plato, pero tú no, tú juntaste toda la carne e incluso me quitaste la mía también y empezaste a comerla, me diste un poco y con una sonrisa extrañada, acepté.

Lo estábamos pasamos increíble, cuando de repente, llegaron nuestros amigos... tomamos un poco.
(yo un poco más que tú, la verdad)

Nos separamos un rato y de repente el alcohol me dio el valor de buscarte, me acerqué a donde estabas, me senté en tus piernas, te abracé acompañado de un "te extrañé..." (cuando literalmente nos separamos unos minutos) y sorprendido me regresaste el abrazo... y de la nada después de un largo coqueteo, ¡nos besamos!

Sentía como tus manos rozaban mi cintura, dándole pequeñas caricias de arriba a abajo que solo lograban ponerme en una situación más nerviosa, mientras tanto las mías estaban detrás de tu nuca haciéndote pequeñas caricias en tu rizado cabello.

De repente paramos y nos quedamos unos segundos mirándonos, admirando la belleza del momento y nos regalamos una hermosa y sincera sonrisa y una risita nerviosa salió de ambos haciendo del momento algo muy tierno.

Fue un momento mágico... inigualable, no se sentía como un "simple beso", de echo ese beso se quedó como un tatuaje sin tinta, tatuado en mi corazón.

Que cada vez que quiero, puedo recrear ese momento en mi mente, ya que sigue grabado en mi memoria y aún puedo sentir tus labios rozando los míos, una y otra vez...
"como si fuera la primera vez"

El simple echo de recordarlo, me hace sentir mariposas...

Ahí me di cuenta que si no me alejaba pronto de esa mirada tan envolvente, terminaría perdida... perdidamente enamorada de ti.

Nos despedimos de un beso, como si fuéramos novios... creí que se quedaría solo en eso, que al día siguiente nos haríamos los desconocidos o simplemente seríamos de esos amigos que se besaron e hicieron como que nada pasó... pero al parecer, no sería así.

Intentamos esconder lo que había pasado, pero un amigo nos cachó besándonos aunque en ese momento eso era lo que menos nos preocupaba.

Llegué a mi casa, sintiéndome como si estuviera levitando, me sentía increíblemente feliz, como en las nubes, cuando siento que mi celular suena; al prenderlo para mirar la pantalla, eras tú... las mariposas en mi estómago se multiplicaron antes de contestar...
- bueno...?
Contesté con una voz nerviosa.
Tuvimos una larga plática, en donde disfrutaste riéndote de como me ponías cada ves más nerviosa con tus comentarios insinuantes.

Hoy, cambiaste mi vida por completo y yo aún no lo entendía muy bien pero la química entre nosotros, ya era indiscutible.

Tu, mi pequeño gran amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora