La verdad era que Joaquín ni siquiera pudo notar cuándo Sian se marchó. Se había encerrado en la cocina y estaba preparando las hamburguesas que había prometido; aunque la verdad era que el reciente gesto de Emilio, le había arrebatado el apetito y hasta el ánimo.
- Hola amor...- de pronto la suave voz de Emilio irrumpía sus pensamientos.
~Oh vaya, ahora si quieres saludarme~. Joaquín no podía dejar de pensar en aquel asunto, pero realmente no sabía cómo podría cuestionarle al oji-café su rechazo; no al menos sin sonar molesto.
La otra verdad era que el menor no tenía ánimo de discutir, no otra vez. Habían pasado apenas unas horas de haberse reconciliado después de su primera discusión, y claramente no tenía intensiones de volver a ver a Emilio molesto, y mucho menos ignorándolo.
- Hola...- respondió en un suave murmullo, intentando ocultar su molestia.
Pero no era necesario que Joaquín lo intentara ocultar, porque Emilio era absolutamente consciente de lo que había hecho, y esperaba una reacción cómo aquella; ó peor.
Antes de entrar a la cocina, pensó en todas las posibilidades que tenía para hablar con Joaquín.
Podía hablarle, y explicarle sus razones; claro, si es que las tenía y eran válidas.
Quizás lo más correcto era disculparse, y decirle que fué un error, aunque no hubiera tenido una mala intención, detrás de su estupidez.
Ó podía tomar la salida fácil; fingir cómo que nada hubiera ocurrido, y rezar internamente porque Joaquín no terminara mandándolo a la mierda.
Optó por la salida fácil.
- Te extrañé tanto...- Joaquín sintió de pronto que los brazos de Emilio lo rodeaban por la cintura desde atrás.
El castaño se encontraba cortando algunas verduras, y no pudo evitar que su cuerpo se sintiera de pronto débil al sentir aquel contacto. Ya no había concentración; las verduras deberían esperar.
- Es porque se te ocurrió la genial idea de ignorarme casi por todo un día...- el menor mencionó intentando sonar sereno; le estaba resultando.
- Puede ser, pero la verdad es que te extraño hasta cuándo voy al baño...-
Joaquín soltó una carcajada; ~maldito Emilio que sabía perfectamente cómo manipularlo~. Dejó el cuchillo que utilizaba sobre la cubierta, y se giró lentamente para poder quedar frente al mayor.
Ojos brillantes, sonrisa nerviosa y ese incesante cosquilleo que recorría su cuerpo cada vez que estaban así de cerca.
- ¿Sabes que te quiero, verdad? - Emilio preguntó mientras se acercaba suavemente a rozar los rosados labios del menor.
Y si, Joaquín lo sabía, más bien podía sentirlo. Lo sentía cada vez que estaban así de cerca, cada vez que Emilio le susurraba al oído, cada vez que lo besaba suavemente mientras le hacía el amor. Lo sabía, ambos se querían demasiado, entonces, ¿porqué preocuparse porque no lo besara frente a un amigo?.
Quizás su molestia era exagerada, tal vez Emilio no supo cómo reaccionar. Pero aquello no era motivo para discutir. Emilio lo quería, no tenía dudas.
- Lo sé... ¿y tú?, ¿sabes que yo también lo hago?-
Emilio asintió con una pequeña sonrisa. El alivio llegando a su cuerpo; Joaquín no parecía molesto.
Ya no fueron necesarias más palabras, cualquier intento de discusión acabó en el mismo momento en que sus labios volvieron a unirse. Decidieron que esperarían a Romi para cenar, así que la mejor opción fué sentarse en el sofá, a ver televisión.
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La Otra Cara De La Luna // Adaptación Emiliaco
FanfictionAsí cómo pasa con la Luna, las personas también pueden tener un lado oculto. Joaquín y Emilio lo tienen, y vá de la mano con una historia de amor secreta que se obligan a mantener sólo en sus recuerdos. ¿Porqué?...... Porque nadie puede amar a su...