19. LA OTRA CARA DE UN ADIOS

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El sol había asomado ya varios minutos atrás, encontrando a cierto chico de ojos cafés sin haber dormido absolutamente nada.

Emilio estaba sentando en el borde de la cama, sus ojos se encontraban abultados y completamente enrojecidos, y aquello no era sólo producto del insomnio que lo atacó sin piedad aquella noche, sino también por las incontables lágrimas que derramó mientras pensaba en Joaquín.

Las palabras de Sian resonaban aún con fuerza en su cabeza... "Si crees que puedes hacer feliz a Joaquín, no dejes que nada te detenga".

El rizado no podía dejar de preguntarse, ¿En qué momento fué que se permitió ceder y dejar que las cosas avanzaran a tal punto con Joaquín, olvidando que él jamás podría ofrecerle felicidad?.

Su amor por el ojimiel era tanto, y crecía cada día con el simple hecho de poder ver su rostro, que le hizo olvidar absolutamente todo. Joaquín era su calma, significaba paz, absoluta plenitud; amor.

Joaquín había sido la morfina que calmó de golpe todo el dolor, y el miedo que lo torturaba noche a noche durante los últimos años.

Pero ya había caído en cuenta que se equivocó. Y probablemente jamás se perdonaría el haber sido tan débil, porque la consecuencia de su fragilidad sería dañar a la persona que más amaba.

~Nada puede lastimarte más, que lastimar a quién amas~

Las duras, pero ciertas palabras de Alan, también llenaron su mente en el preciso instante en que se ponía de pié, sólo para mirar a través de la ventana y comprobar que la luz de la habitación de Joaquín ya estaba encendida.

Él había tenido la suerte y la dicha de ganar el corazón de un chico maravilloso, auténtico y hermoso cómo ningún otro; sin embargo aquel era una premio que entendía no podía aceptar. No sería jamás un digno merecedor; Joaquín merecía mucho más.

Le pareció ver su silueta a través del cristal, y las lágrimas una vez más inundaron sus ojos, mientras su mente ya intentaba buscar la mejor manera de decir adiós.


















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Joaquín lo supuso; Emilio no iría a la escuela aquel día. Aún así, el no poder verlo entre clases y a través de los pasillos, lo tenía muy desanimado.

Su noche también había sido dura. Se durmió tarde, intentando que sus ideas tomaran algún sentido, alguna lógica y le hicieran ver porqué de pronto su novio actuaba de una forma tan extraña.

Sí, tenía miedo y demasiadas dudas. Pero jamás, ni por un sólo segundo puso en duda el amor que Emilio sentía por él. Y ni todos los problemas, ni la actitud distante de su novio la noche anterior lo harían creer lo contrario; su amor era inmenso y era mutuo.

La Otra Cara De La Luna // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora