18. LA OTRA CARA DE UN DOLOR

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Joaquín aún permanecía en la misma posición, sin poder asimilar el gesto de Emilio, y sin poder contener ni siquiera un poco el dolor que se había alojado repentinamente en su pecho.

No se atrevía a alzar la vista para buscar la mirada del oji-café, pero extrañamente tampoco se sentía con la fuerza para alejarse. Para su suerte, algo de calma llegó un segundo después tras escuchar la voz de la entrenadora Caballero, y notar que su amigo Nikolás también aparecía entre la gente.

–Osorio, deja que Bondoni te asista y te lleve a enfermería... no podrás jugar hoy, lo siento – la voz de la mujer se escuchó algo tosca, pero también segura. Aparentemente creía saber que le estaba ocurriendo al rizado.

Finalmente, Joaquín pertenecía al taller de primeros auxilios, así que llegar a asistir a un compañero tras sufrir una caída ó lesión no debería ser algo que levantara tantas sospechas. Aunque realmente habían varios ceños fruncidos que aún miraban con algo de inquietud y asombro la cercanía que el ojimiel pareció mostrar.

– Y-yo me pondré bien, sólo es un calambre...– Emilio se dirigió a su entrenadora, pero ésta pareció ignorarlo por completo, y se dirigió rápidamente a uno de sus hijos.

–Nikolás, ayuda a Bondoni a llevar a Osorio a la enfermería... Los demás a la cancha–

Fué Nikolás, quién tuvo que acercarse primeramente al oji-café, ya que Joaquín aún parecía congelado en su posición, sin ni siquiera atreverse a alzar la vista y poder mostrar el dolor que aún quemaba en su pecho.

– Yo puedo sólo...– Emilio mencionó con un deje de soberbia cuándo Nikolás intentó sostenerlo de la cintura para alzarlo.

Sian era el único que se quedaba mirando aquella escena, el resto de los deportistas ya estaba en medio del campo.

–Emilio, deja que te ayudemos...– el ojiazul añadió también intentando sostener al oji-café, a pesar de que sus ojos estaban fijos en Joaquín, quién aún estaba con la mirada clavada al piso.

Pero Emilip hizo caso omiso de las palabras de Sian, y en un complicado movimiento sus manos se sostuvieron con fuerza del piso y lo ayudaron a ponerse de pié.

Sin embargo Emilio presentía que no estaba bien. Sus piernas temblaban notoriamente y parecían haber perdido fuerza. Al primer intento de despegar sus pies del suelo para dar un paso, volvió a caer al suelo y un nuevo alarido se dejó oír.

Fué entonces cuándo Joaquín levantó la mirada y lo encontró allí, a sólo un par de pasos de distancia, sin poder entender aún que le estaba sucediendo, aunque la verdad era que el evidente dolor que el rizado estaba sintiendo, no lograba opacar el propio dolor del ojimiel.

El castaño dejó que todas las dudas y pensamientos que lo atormentaban en aquel momento se anularan por sólo un segundo. Dejó que su instinto, y también un poco del orgullo que aún conservaba actuaran por él.

– No... Joaquín, no.– Emilip murmuró cuando notó que el menor con una expresión seria y casi molesta se le acercaba de manera decidida.

El mayor ya no se escuchaba molesto cómo lo pareció minutos atrás. Mas bien sonaba cómo si estuviera suplicando; completamente rendido.

– Sólo cierra la maldita boca...– Joaquín respondió en seco, y pudo notar cómo Emilio pasaba saliva por su garganta.

Joaquín simplemente lo levantó entre sus brazos, tal y cómo Emilio lo hizo unas cuántas semanas atrás. Sin embargo ahora ambos estaban bajo la atenta mirada de prácticamente toda la escuela; y al menor parecía que no le importaba en lo más mínimo.

La Otra Cara De La Luna // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora