29. LA OTRA CARA DE UNA TRAMPA

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Allí estaba Joaquín, con un enorme nudo en el estómago, y con un sutil hormigueo recorriendo sus extremidades. Estaba ansioso, y aquello podía verse a kilómetros de distancia.

Justo frente a él estaba aparcado el autobús que los llevaría por un viaje de 5 días a King Camp, el mismo campamento dónde él y Emilio se conocieron y enamoraron ya muchos años atrás.

La sensación era tan extraña cómo familiar. Se sentía sumergido en un profundo Deja Vu, en dónde sólo le faltaba la mano de su madre sosteniéndolo con fuerza, para sentirse exactamente de la misma forma cómo lo hacía, cuándo aguardaba por Emilio.

Debía sentirse aquella cómo una situación mágica y especial. Después de tanto tiempo su novio y él volverían a dónde todo empezó, y podrían disfrutar de los muchos y hermosos recuerdos que aquel lugar tenía para ofrecerles. Pero definitivamente no se sentía, ni mucho menos lo sería; y Joaquín absolutamente lo sabía.

Tristemente todo sería igual que en la escuela. Tendría que resignarse a que Emilio lo ignorara la mayor parte del tiempo, y soportar viéndolo reír y juguetear con sus amigos del equipo de fútbol. Y de seguro, tendría que recibir más de una burla ó broma por parte del gemelo de su mejor amigo, y ver simplemente cómo Emilio pasa por alto todo aquello.

Tendría que conformarse quizás con tener algún momento fugaz. Tal vez una pequeña e improvisada visita a escondida al bosque, tal y cómo solían hacerlo cuándo aún eran unos niños que jugaban a ser novios.

Pero no habían certezas de nada, porque con Emilio ni siquiera había hablado del tema.

El rizado había continuado durante la última semana con aquella actitud apesadumbrada y distante. Y aunque estando en casa intentaba mostrarse de la manera habitual, Joaquín podía notar algo distinto. Quizás era la ausencia de brillo en sus ojos, ó tal vez era su risa la que cada vez parecía más escasa en sus labios; pero su novio lo sabía, definitivamente algo no estaba bien con Emilio.

Sin embargo, el ojimiel intentaba no hacer preguntas. Emilio tenía razones de sobra para actuar de aquella forma, y si no sentía ganas de hablar sobre aquello, el menor creía que debía respetarlo.

Emilio se sentía ansioso; tenía miedo. A toda la tensión de los últimos partidos, y la importancia de poder clasificar para las finales, se enfrentaba a la constante presión de saber que Diego ya sabía de su relación con Joaquín. Y por las fuertes miradas que se daban constantemente en los entrenamientos, y en las mismas clases; Emilio podía presentir que el rubio tramaba algo.

Además estaba toda la difícil situación con su madre. Ahora ya todo era definitivo, habían recibido oficialmente la fecha para la muerte asistida de Niurka; y aunque Emilio se había mostrado tranquilo al recibir la noticia, e intentaba disimular frente a Joaquín y Romina; estaba internamente devastado.

Así que a pesar del gran amor que sentían el uno por el otro; definitivamente, no era un buen momento para un viaje de ese tipo.
















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La Otra Cara De La Luna // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora